Pedro A. Parra*
He decidido dedicar estas líneas para que las mismas sirvan de alerta a todos los padres, representantes, maestros, para que no presionen a los niños, a las niñas y a los adolescentes hasta límites fuera de lo común, y, adopten iniciativas para que sepan cuando algún hecho extraño está aconteciendo a su alrededor para evitar reacciones que conlleven hasta el estrés y el suicidio.
Veamos que está y estuvo pasando en Singapur, y, qué tuvieron que hacer como estrategia para frenar los suicidios y el estrés escolar.
Uno de los países con mejor calidad educativa del mundo, tomó una decisión radical: privilegiar la felicidad a la alta exigencia académica. La medida aplicaba para los estudiantes de primaria. Singapur, que encabeza las listas mundiales en calidad de educación, lanzó una reforma para tratar de reducir el estrés en las Escuelas, dado el enorme número de niños que son víctimas de ansiedad desde la Escuela Primaria.
“Debemos equilibrar la diversión del aprendizaje y el rigor de la educación”, apuntó el Ministro de Educación Ong Ye, al anunciar recientemente ante el Parlamento los cambios propuestos. Entre los objetivos inmediatos está en eliminar algunos exámenes y modificar un currículo escolar considerado demasiado rígido. “Todos los padres tenemos que entender que fallamos”.
Desde su independencia en 1965, Singapur tornó a la educación una prioridad; a decir de Andrés Openheimer, una verdadera obsesión. La Ciudad-Estado domina los estudios realizados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), para evaluar los sistemas educativos de decenas de países; una especie de Campeonato Mundial de la Educación. Pero la OCDE también detectó tasas de estrés más elevadas que el promedio entre los alumnos de Singapur a causa del trabajo escolar. Y, esas informaciones coinciden con un estudio interno.
Alumnos resultan literalmente atornillados a los pupitres en jornadas interminables de clase, y, luego se imponen los deberes para hacer en el hogar, y, los cursos de apoyo. Así, la marcha hacia la excelencia tiene un peso enorme en la salud mental de los alumnos, al punto que se registran numerosos suicidios. Wendy, quien no quiere ser identificada con su nombre completo, está convencida de que únicamente con cursos de apoyo podrá garantizar el éxito de su hija. Dos veces por semana la niña de 12 años toma clases particulares de matemática y ciencias. También sigue cursos de inglés y chino, tres veces por semana en un Centro privado. “Debo vigilarla, verificar que ella haga una buena revisión de sus cursos”, dijo Wendy sobre su hija.
Al fin de la escolaridad primaria, los alumnos en Singapur son sometidos a un examen fundamental para el acceso a las prestigiosas Escuelas del que depende su futuro. La presión es tan elevada que el apoyo escolar privado se tornó la norma. Los alumnos de Singapur ocupan el tercer lugar en el escalafón mundial sobre tiempo invertido en hacer deberes en sus casas, con un promedio de 9,4 horas por semana, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
“La sociedad no quiere permitirse el lujo de tomar las cosas con más calma”, dijo el psicólogo Daniel Joh, del Centro InsigtsMind. “Los niños son obligados a crecer demasiado rápido”, apuntó Joh, quién tiene un paciente para tratar el estrés escolar que acaba de terminar el jardín de infantes. La ansiedad es palpable durante todo el año o cuando se aproximan los exámenes se multiplican los pedidos de ayuda de alumnos con profundo estrés.
En 2016, un niño de 11 años que no había pasado dos exámenes se arrojó por una ventana antes de anunciar los resultados a sus padres. “En los últimos años (…) he visto más y más adolescentes que llegan de Escuelas con buena reputación, pero son dominados por el estrés”, dijo LimChoonGuan, del Instituto de Salud Mental de Singapur.
“Todos los padres tenemos que entender que fallamos”. *Profesor