Katherine Duarte Hernández *
El 10 de septiembre de cada año se conmemora del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, siendo este un problema grave de salud pública según la Organización Mundial de la Salud y más allá de repetir cifras oficiales relacionadas con este tema (que por estas fechas abundan), me gustaría hacer mención a aquellas situaciones que sin ser trastornos mentales propiamente dichos, también llevan a que miles de personas a nivel mundial decidan diariamente terminar con sus vidas con la finalidad de acabar con un marcado malestar emocional, sufrimiento y la desesperanza que les generan determinadas situaciones estresantes que sobrepasan sus capacidad de adaptación y de resolución de problemas.
Situaciones que quizá para algunas personas son vistas y vividas como oportunidades de aprendizaje y superación personal, pero para otras talvez sea lo peor y más catastrófico que pudieran estar viviendo; entre ellas podemos mencionar:
- Estar atravesando procesos de separación, divorcio, viudez o infidelidades.
- Tener problemas familiares, laborales, desempleo o quiebras económicas.
- Cursar con cuadros de dependencia (adicción) a sustancias psicoativas y la fantasía de salir “fácil y rápidamente” de esa situación.
- Padecer enfermedades crónicas que limitan sus funciones haciéndolos dependientes de otras personas o enfermedad médicas que cursan con dolor crónico de difícil manejo farmacológico.
- Formar parte de grupos vulnerables como ser migrantes, refugiados, desplazados, indígenas, estar privados de libertad o secuestrados, ser miembros de la comunidad LGBTI; encontrarse en medio de conflictos armados, desastres naturales, violencia, abusos o perdidas y sentidos de aislamiento, entre otras.
Todas estas situaciones podrían considerarse como factores de riesgo para conductas suicidas, y si se fijan, en todos estos casos el fin de esta conducta es el mencionado anteriormente, acabar de una vez por todas con el malestar emocional intenso y la sensación de desesperanza permanente con la cual sienten que no pueden ni quieren seguir viviendo; teniendo además una dificultad a la hora de tomar decisiones sanas y ver otras soluciones distintas a la muerte.
Es por eso que parte de nuestra función como trabajadores de la salud mental es hablar de este tema las veces que sea necesario, brindar todo tipo de información a pacientes, familiares y a la comunidad; recordarles que no están solos, ni tienen que lidiar solos con tanto dolor o sufrimiento, que ante cada una de estas complejas situaciones hay otras salidas distintas a la muerte; salidas que quizá serán complejas, lentas y hasta dolorosas, pero que definitivamente son más sanas y nosotros estaremos aquí para ayudarlos a encontrarlas y los acompañaremos a transitar por una vida más saludable hasta que ustedes y sus familiares puedan hacerlo solos, con ánimo, confianza, entusiasmo y deseo de vivir.
Recuerden siempre que nadie debería morir por suicidio y que su prevención es responsabilidad de todos.
- Médico Psiquiatra /En redes: @psiquiatrialdia