Julieta Cantos
Habíamos dejado para esta columna el tercer comentario que sobre mi artículo de hace dos semanas realizó uno de mis lectores. En este caso, se trata de un colega, al que conocí, vía WhatsApp, a través de mis escritos, y que vive en el centro del país.
Su comentario es tan lógico, como básico, y responde precisamente a mi pregunta sobre ¿cuándo dejamos de hacer plazas?…”, cada vez que la ciudad se desbordaba, sus plazas con funciones cívicas y viviendas al derredor, se construía una nueva que regulaba el crecimiento…”. José, que es como se llama mi lector virtual, continúa, al decir que esas eran normas de Felipe II para el ordenamiento del espacio urbano en el Nuevo Mundo…y continúa…en Caracas, a la caída de Juan Vicente Gómez, López Contreras aparece en un noticiero en blanco y negro, mandarria en mano, inaugurando la demolición de La Rotunda (construida alrededor de 1844, la cual era un ejemplo venezolano de prisión “panóptica” que mundialmente estuvo tan de moda para la época). En ese mismo espacio se construyó la plaza de La Concordia, diseñada por Carlos Raúl Villanueva…era impensable que esta plaza fuera demolida por el “progreso”… y sí, esa plaza fue demolida por Diego Arria, quien hizo un estacionamiento cubierto, con una plaza encima, con un lenguaje de más o menos los años 60”. Recuerdo que yo estudiaba Arquitectura en la UCV y realizábamos discusiones en torno al criterio urbano, utilizado por el gobernador de turno. Y ya desde entonces, entendí la necesidad de crear eso que llamo ahora Observatorios…urbanos, de frontera, etc., para concebir las políticas correctas de forma mancomunada que deberían definir el rumbo de nuestras ciudades y regiones
Para las civilizaciones prehispánicas, los centros ceremoniales se enlazaban en un eje con sus plazas, ambos espacios de encuentro. O, si se quiere, las diversas plazas cuadrangulares se vinculaban con círculos, constituyendo todo el centro ceremonial.
Lo cierto es que, definitivamente, las plazas forman parte importante de nuestra trama urbana y de hecho determinan la organización de los diferentes sectores de nuestra ciudad. Debemos rescatar esos espacios, y propagarlos. Y definitivamente, en estos tiempos de internet y globalización, y en tiempos de pandemia, debemos utilizar las redes sociales, como nuevos espacios de encuentro, plazas para el debate, pero basados en la información objetiva y cierta, para desarrollar el pensamiento crítico, y el manejo del lenguaje. Y es que ya arrancó la corrida electoral. Parte importante de los partidos opositores, así como partidos aliados y/o copartidarios del gobierno, decidieron participar en la convocatoria surgida de la Mesa del Diálogo, lo cual significa una apuesta al reforzamiento de la institucionalidad dentro de un marco democrático.
El pueblo venezolano pareciera estar claro en que la opción es consolidar la democracia a través del voto y de la paz, en contra de la violencia, y sus líderes se están dando cuenta de que el significado del ejercicio del poder político para la construcción de un proyecto que consolide los valores democráticos y refuerce la institucionalidad versus la ingobernabilidad, es con la participación, con las ideas, con propuestas, con proyectos. El debate es lo que permite conciliar en torno a objetivos comunes que engrandezcan nuestro propósito de vida, nuestro sistema social, político, económico, basado en la inclusión, la participación, la producción, la formación. La importancia de participar en estas elecciones parlamentarias es legitimar el derecho de escoger cómo, por quién y de qué manera gobernar. Es ejercer nuestro derecho de ser independientes, libres, como una nación soberana, con la participación de todos, de la manera que escojamos.
Aquellos candidatos que se inscribieron, tanto opositores como oficialistas, tienen la responsabilidad de exponer el cómo van a desarrollar un proyecto que beneficie a nuestra población, con una visión política comprometida en función de un pueblo, aquel que pretenden vote por ellos para asumir una curul dentro de la asamblea. Deben entender que nuestro estado es un estado con características propias, únicas, debido a su condición fronteriza, por lo que deben tener una visión real de esta nuestra condición. Para ello, nada mejor que los espacios públicos…y privados, plazas, estaciones de radio, televisión, prensa, redes para debatir, y dialogar. Construyamos plazas para el encuentro, física y virtualmente.
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