Julieta Cantos
Una de las cosas que más llama la atención, y sobre la que las personas emiten opinión, sin necesariamente ser especialistas sobre el tema, sino simplemente por el hecho de ser ciudadanos, tiene que ver con la ciudad. Y es que ser un ciudadano, se refiere a aquellos que habitan y les duele la ciudad. Porque ser ciudadano significa «poder participar activamente en la vida social, política y económica de la comunidad»…»y así aportar ideas, promover y apoyar cambios, mejoras y expresar opiniones con libertad y respeto».
Resulta curioso que cuando se buscan los significados de ciertas palabras en el diccionario, normalmente son claros y precisos, como los expresados arriba, al punto que a veces son más claros y precisos en su definición que en su aplicación. No obstante, en este caso, pareciera que coincide la teoría con la práctica. El concepto de ciudadano con la realidad.
Y es por eso, que no termina de asombrarme, de manera positiva, cómo personas cercanas, no tan cercanas, conocidas o desconocidas, se han ido apropiando de la columna y generando opiniones y hasta narrativas sobre los artículos. Lo cierto es, que en este caso hay tres comentarios diferentes, pero importantes, y que aportan a nuestro quehacer diario urbano, individual y colectivo de lo que significa habitar una ciudad.
El primero de ellos se enfoca en la necesidad de remodelar y rescatar los espacios existentes antes de crear otros nuevos. Y esto tiene que ver directamente con el principio del mantenimiento de esos espacios creados y habitados, privilegiando el mantener, por encima del de nuevas inversiones. Y señalan ejemplos y posibles soluciones. En este caso mencionan el estado de deterioro del Liceo Simón Bolívar, institución referente por la calidad de su espacios, su ubicación, y por su trayectoria educativa, y sin embargo en una condición deplorable. Lo importante es lo que señala esta persona como propuesta de rescate, la cual provino de cómo se activaron alumnos egresados y vecinos para convocar al rescate del mismo. Esta convocatoria, según, fue realizada a través de Instagram. Fíjense ustedes, como las redes sociales, pueden ser usadas en función de cosas positivas, concertadas y que generan soluciones. Si la convocatoria tuvo éxito, no lo sé…habrá que hacer seguimiento a esta propuesta.
Pero hay más en este primer comentario, y es la sugerencia que hace en torno a la necesidad de crear una señalética, bien diagramada, sencilla, pero clara, para nuestra ciudad. Y esta persona, hace este planteamiento, desde su experiencia en el desempeño de su oficio como taxista. Señala que todos los espacios de nuestra ciudad deberían ser de fácil reconocimiento, para hacer más fluida la circulación y ubicación de los diferentes sectores de la ciudad, sus calles y edificaciones principales. Normalmente, las mejores soluciones son las más sencillas, fáciles de implementar y menos costosas. En este caso: mantenimiento y señalética.
El segundo comentario tiene que ver, con lo coincidente que siente esta otra persona, es mi planteamiento de la pasada semana con lo que los finlandeses están realizando en sus espacios escolares. Paneles corredizos en lugar de paredes fijas, poco mobiliario y el existente que sea práctico y fácil de desplazar, muros transparentes, espacios permeables e integrados. Sobre esto quiero enlazar con una experiencia a nivel nacional, que ya está, para mi sorpresa, implementando este tipo de soluciones para edificaciones escolares. Y se trata del proyecto de remodelación de una escuela en La Bombilla, en Petare, de Fé y Alegría, que maneja criterios similares a los expuestos. Y esto nos lleva a concluir, cómo se vinculan proyectos con soluciones parecidas, en diferentes lugares del mundo, en torno a un mismo sector, como es el educativo, en búsqueda de respuestas con sentido común para problemas semejantes. O sea, una vez más: sentido común, pensamiento crítico, dominio del lenguaje, método.
El tercer comentario queda para la próxima semana. Pero como comentario mío particular, quiero expresar lo profundamente agradecida que me siento, por la retroalimentación permanente y bidireccional a la que me veo inducida con mis lectores y ellos conmigo.
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