Julieta Cantos
Este artículo lo escribí el 5 de agosto del 2017 y ciertamente lo tenía muy presente en mis pensamientos, porque me obligué a buscarlo hasta encontrarlo, para releerlo y “republicarlo”… Fue una necesidad imperiosa el hacerlo.
EDUCACIÓN, CULTURA Y CIUDAD
Cuando reiteradamente hablamos de los indicadores indispensables
para construir ciudad —tolerancia, respeto,
libertad, sentido de pertenencia, participación, dignidad,
productividad, eficiencia, responsabilidad, entre otros—, implícitamente
está presente en cada uno de ellos lo que somos como
ciudadanos, lo que nos constituye, lo que nos refleja, lo que hemos
recibido y acumulado en el tiempo, desde la familia, la escuela, la
vida misma… Es decir, lo que conforma nuestra cultura como individuos
y como comunidad. Teniendo claro que debemos debatir
abierta y propositivamente “la ciudad que queremos”, debemos reforzar
aquellos espacios en los que nos formamos como ciudadanos.
Cuando se habla de San Cristóbal como “la Ciudad de la Cordialidad”,
es lo que hemos transmitido a través de nuestras acciones, lo
que hemos absorbido de nuestros abuelos, padres, maestros, conformando
lo que arquetípicamente nos define como tachirenses: el
tachirense trabajador, emprendedor, ahorrador, madre y padre de
familia, responsable, independiente, autosuficiente, amante y defensor
de su patria pequeña, pero siempre con base en esos valores.
La estructura organizativa de la institución local actual —la alcaldía—
tiene en su organigrama un departamento para la educación.
Las escuelas municipales dependen de la alcaldía, en su manejo
del presupuesto, el cual proviene en un porcentaje importante del
situado constitucional. En cuanto a la coordinación programática
del conocimiento —entiéndase planes de estudio— se insertan en
los parámetros nacionales educativos impartidos por el Ministerio
de Educación, la supervisión es realizada por la Oficina Regional
del MPPE.
Siendo coherentes con lo planteado hasta ahora, debemos resaltar
la importancia de la labor que tienen las escuelas municipales en
la formación de los valores con que esos niños y adolescentes se van
a impregnar formando parte de ellos como ciudadanos presentes y
futuros. Es aquí donde quiero plantear mi propuesta de ciudad a
través de la educación y la cultura. El diseño, y construcción de las
escuelas municipales debe realizarlo FEDE (Fundación de Edificaciones
y Dotaciones Educativas), que es el organismo especializado
en el desarrollo y proyecto de escuelas con base en parámetros nacionales
de calidad de los espacios en forma directa e integrada con
las necesidades educativas. Esto debe cumplirlo FEDE incorporando
las variables que generen las consultas entre las comunidades y el
órgano rector de la alcaldía. De esta manera tendríamos proyectos
con las normas de calidad necesarias, pero además con las características
y requerimientos propios de cada sector de nuestra ciudad.
Quiero enfatizar lo que propongo: el municipio no destinaría presupuesto
para la elaboración del proyecto ni para la construcción
de la edificación, pero intervendría directamente con la comunidad
de cada sector, en la supervisión de la elaboración del proyecto con
base en las determinantes que se generen producto de la discusión y
el intercambio de ideas; intervendría, además, en la supervisión de
la construcción, de igual manera en conjunto con la comunidad, a
fin de garantizar, la calidad de los materiales y la correspondencia
de lo construido con el proyecto elaborado. La alcaldía sí destinaría
recursos para constituir un Consejo de Sabios en cada sector, conformado
por la población adulta mayor basada en su experiencia
vivencial y conocimiento de la historia del sector, de las querencias
y saberes geográficos, culinarios, etc., más la experiencia técnica,
de oficio y académica de miembros de la comunidad y de la alcaldía,
a fin de generar el modelo de escuela con carácter experimental
y flexible, más allá de la limitante del aula, evaluado de manera
permanente por la Oficina Regional del MPPE. Así lograríamos
realmente la municipalización y regionalización en los criterios de
nuestras escuelas, además de los nacionales que nos permiten tener
visión global y particular, para generar pertenencia, respeto, tolerancia,
análisis, responsabilidad, amor…y volveríamos a reconstruir
nuestro arquetipo tachirense. La oración “SE NECESITA TODA
UNA CIUDAD PARA EDUCAR A UN NIÑO” es un dicho africano.
Yo agrego… “A UN CIUDADANO”.
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En el interín, estoy leyendo el libro “Por qué fracasan los países” en donde se analizan los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, como uno de los muchos ingredientes para nuevos artículos…también estoy retomando el estudio del sentido común desde lo cotidiano y desde lo filosófico…