Opinión

Pasión por la Vida

26 de agosto de 2024

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Julieta Cantos

Cibernética, internet, ciberespacio

Definitivo, vivimos en una sociedad cibernética, la cual se ha venido desarrollando desde hace bastantes años atrás.

En los años 40 se acuño el término “cibernética” para referirse a la ciencia que estudia las similitudes entre los sistemas de control y las formas de comunicarse de los seres vivos y las máquinas. Pero, para relacionarlo con internet, habrían de pasar otros cuarenta años. El “ciberespacio” supone un espacio virtual creado por las redes informáticas. Algo que no es físico, sino un concepto utilizado para ubicar las cosas que se llevan a cabo en entidades intangibles. Y aquí es donde se produce la primera relación entre ciberespacio e internet.

Si internet es un conjunto descentralizado de redes de comunicación a través de protocolos, el ciberespacio es el lugar en el que se producen las comunicaciones de internet. Cuando hablamos de hackeo, ese ataque no se produce en un espacio determinado, se produce en el ciberespacio. Es decir, hemos llegado a un híbrido entre lo real y lo virtual. Tomamos decisiones en un lugar indeterminado de internet y las consecuencias de nuestras acciones tienen influencia directa en la vida real. Se puede decir, a grosso modo, que las redes sociales –Facebook, Whatsap, X, Tik-tok, entre otras- son estructuras formadas en internet por personas u organizaciones que se conectan a partir de intereses o valores comunes, creándose relaciones -entre ellas- de forma rápida, sin limitaciones físicas. Hasta ahora todo usuario de internet podía crear sus cuentas de manera voluntaria y también decidir qué informaciones comparte y con quién las comparte. El internet y las redes han facilitado acceso, entre otros, al manejo de las finanzas, la salud, la educación… Lo social. Sin embargo, cada vez más, entre las cookies y/o rechazar el permitir compartir los datos, la privacidad se va perdiendo, y esos datos sirven para hacer proyecciones, e influir con tendencias, inundando los espacios privados con mercadeo político, social, económico. Entre los riesgos están encontrar información y perfiles falsos, robo de identidad -llegando al extremo de que la pérdida de privacidad implica que aunque “borres” y no lo visualices, una publicación que se haya hecho queda completa en la red-. Se ha promovido el engaño y las estafas en línea, así como el contenido inapropiado, que incluye imágenes violentas o sexuales, discursos de odio y contenidos extremistas, y así como existe el “bullying”, existe el ciberacoso.

La adicción al internet es cada vez más común. Las personas se aíslan de tal manera que no viven su vida real, pasando horas en línea, afectando negativamente su vida personal y profesional. Los influencers banalizan los contenidos reduciendo la discusión conceptual, influyen, y redireccionan. De hecho, los primeros en manejar y crear redes sociales fueron adolescentes con inteligencia en el manejo de esas herramientas, que lo hacían por diversión… y los poderes políticos y económicos, que son los mismos mediáticos… los utilizan a su conveniencia, a favor, o en contra, penalizándolos. Recomiendo ver un documental que pasan en Netflix denominado “La Red Antisocial: de los memes al caos”.

Me asombra cada vez más como personajes con influencia mundial, regional o local, en los diferentes sectores, se sienten con el poder de intervenir en las decisiones de organizaciones y países. Permanentemente insisto en mi pensamiento de reforzar una democracia participativa, y que para ello necesariamente se debe reforzar la institucionalidad, en base a normas que regulen la convivencia votada por todos. El resquebrajamiento de algo tan básico hace que los jefes de Estado de algunos países, con graves problemas internos, destinen tiempo y esfuerzo no en resolverlos, sino en querer intervenir en los problemas propios de otros. Este resquebrajamiento se ha dado a todos los niveles. Por ejemplo, en un condominio cuando por arbitrariedad un inquilino se salta o pretende saltarse las normas votadas en Asamblea, para hacer lo que quiere. O en una comunidad, cuyas normas de convivencia han sido consensuadas, y reguladas adicionalmente por la Ordenanza Municipal, y se saltan horarios para el consumo de licor o ruidos molestos, afectando a los vecinos. O cuando países nombran al órgano rector máximo –Tribunal Supremo de Justicia- para dirimir diferencias electorales, como pasó en Estados Unidos en las elecciones entre Trump y Biden, o en Brasil, entre Lula y Bolsonaro, pero se descalifica cuando se realizan en otros países, como el nuestro, por ejemplo.

Y ya para cerrar, retomo lo que he dicho innumerables veces: los individuos, si queremos aprender, si queremos crecer como personas ponderadas, críticas, con pensamiento propio, tenemos que empezar a corroborar seriamente que es falso y que es verdad… como dato. Si usted decide afirmarse en lo que es… cierto o falso, bueno o malo, es su decisión, pero no se engañe.

Por cierto… habemus presidente.

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