Opinión
Pasión por la Vida… Insurgencias II
lunes 1 diciembre, 2025
Julieta Cantos
Antes de irnos en la mañanita de Chabasquen quise redescubrirlo más; por lo que decidí hacer un recorrido a pie desde la posada en que nos quedamos, hasta el centro del pueblo.
A Chabasquen lo atraviesa el río del mismo nombre, el cual es un balneario natural, ancho y hermoso, que luego desemboca en el centro del poblado. El mismo se cruza a través de un puente de guayas y entramados de metal que enlaza dos sectores bien definidos. Yo lo crucé, y fue más que agradable ver a niños con sus mochilas acompañados por sus padres y, a grupos de liceístas, todos transitando el puente corriendo porque iban tarde para el colegio… En contraste, personas con movilidad reducida que se trasladaban en sillas de ruedas con tranquilidad y consciencia de su desplazamiento, rechazando ayudas externas. Un puente que vincula sectores, une personas, aligera la vida. Al finalizar el cruce, a mano derecha en una ancha explanada aparecía desplegado un mercado de verduras y pescado.
Luego de un corto tramo seguía una bifurcación que enrumbaba, a la izquierda, por una cuesta hacia la plaza y la iglesia, a la derecha mostraba calles con sus aceras, y fachadas coloridas. Solo entonces después de mi reencuentro con Chabasquen, nos dirigimos vía Sanare pasando primero por Guárico. El paisaje deslumbrante, la carretera terrible. Sanare boyante de energía y dinamismo económico. Las transacciones en su mayoría en dólares. Recordé a Carlos con su análisis sobre cómo toda esta zona a nivel microregional ha consolidado una actividad económica propia, basada fundamentalmente en el café.
Afortunadamente no tuvimos ningún problema para surtir gasolina. Concluimos que justamente la propia dinámica garantizaba el suministro para poder desplazar gente y producción en el área. Lo cierto es que haber contado en nuestro equipo con Marcelino Gauta, productor apasionado de las semillas orgánicas originales, nos hizo fácil el camino hacia Monte Carmelo a partir de Sanare. El hecho de que hubiera participado en eventos anteriores hacía que conociera instalaciones y personas vinculadas al congreso anual de las semillas. La primera parada la hicimos en la parcela de un productor en el caserío de Villanueva, cuya siembra de macadamia, café y sacha inchi, él conocía desde años atrás habiendo asesorado para la mejora de la siembra, poda y mantenimiento de las matas, así como para la recolección de la semilla. Luego nos detuvimos en la parcela de Bernardo, quien ha desarrollado un sistema basado en la lombricultura, la cual “es una biotecnología que utiliza lombrices para transformar desechos orgánicos” con la que colecta tanto a nivel sólido como líquido un abono natural de alta calidad, conocido como humus de lombriz. Esta práctica permite reciclar residuos como estiércol y restos de comida para obtener un fertilizante que mejora la estructura del suelo, aumenta la retención de humedad y aporta nutrientes a las plantas.
La lombricultura fomenta la agricultura sostenible al reducir la necesidad de fertilizantes químicos. Adicionalmente la biomasa de lombrices puede usarse como suplemento proteico en la alimentación animal”.
A partir de aquí aceleramos el paso a fin de llegar antes del anochecer al propio Monte Carmelo. Una vez más y gracias a Marcelino fuimos recibidos por la familia González, liderada por Delia, extraordinaria mujer, luchadora permanente, comprometida con el rescate de las semillas orgánicas y todo lo que ello implica. Lo que las personas de este centro poblado han realizado y mantenido en el tiempo durante 20 años es admirable, por lo que voy a dedicar, a partir del próximo lunes, un par de artículos más para hablar de sus logros y batallas.
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