Julieta Cantos
La Navidad es una de esas cosas buenas de la vida, por lo menos para mí.
Cesan las guerras -aunque sea momentáneamente- en un tratado de alto al fuego gracias al nacimiento de Jesús, recordando que la navidad celebra precisamente eso, la natividad del niño y lo que ha implicado en la historia posterior a este evento para la humanidad. Por cierto, Jesús nace, según la Biblia, en Belén (Palestina). Pareciera que tratan de hacerse todas las incursiones posibles antes de los tratados de alto al fuego previos al 24 de diciembre. Cosas veredes, Sancho.
Las personas toman un tiempo mayor al usual para compartir con amigos, familia y hasta desconocidos; y, en el peor de los casos para compartir consigo mismo, en un acto de reflexión interior. Se celebra la comida y la música de manera golosa, desarrollando los sentidos gustativos, olfativos y auditivos con el tradicional ponche, las hallacas, el pan de jamón, el asado negro, el lomo de cochino, el pavo, la ensalada de gallina, la torta negra, el dulce de platico con lechosa, higo, cabello de ángel… ¡Ummm!; los aguinaldos y villancicos con los jingle bell incorporados. Todos aportan, poco o mucho… Todos aportan.
Se festeja el consumo, pero en esta ocasión fundamentalmente para regalar a otros, incluido el regalo hecho en casa. Se recuperan tradiciones, a pesar del San Nicolás, la nieve, los renos y los duendes, aflorando los pastores, los reyes, el ángel, los aguadores, las ovejas, los patos, el gallo y la gallina. Mejor dicho el propio nacimiento con María, José y el niño en el pesebre, lleno de luces, con la estrella alumbrando el camino. Me encanta. Es una de esas tradiciones que si no celebramos todos, sí reconocemos todos. Todas las razas, todas las religiones, todos los políticos. La humanidad toda. La historia compartida desde un lugar común de la que hablábamos la semana pasada. Los referentes históricos.
Y mi regalo para ustedes es retomar la letra de la canción “Imagine” de John Lennon, para que se nos vuelva a grabar y nos volvamos a reencontrar…
“Imagina que no hay países. No es difícil hacerlo. Nada por qué matar o morir. Y sin religión también. Imagina a todas las personas viviendo la vida en paz. Tú puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te unas a nosotros y el mundo será como uno”.
Yo soy una soñadora… ¿y tú? Mi regalo para mí es tomarme un par de semanas… y para ustedes, dejarlos descansar de mí. Feliz navidad y que el reencuentro en el 2025 sea sin violencia. Nos vemos después de reyes… Comentarios bienvenidos a: [email protected]