La palabra “evangelio” ha quedado reservada para el mundo cristiano. Se refiere al mensaje que dejó en el mundo Jesús de Nazaret. Aunque la palabra no nació en labios de Jesús. En su significación de “buena noticia”la empleaban los emperadores romanos al referirse en sus mensajes sociales y políticos, a las transformaciones del mundo. El texto de San Marcos en este domingo relaciona el arresto de Juan el Bautista con la presencia de Jesús en Galilea para proclamar “el evangelio de Dios”(Mc 1, 14-20).
El auto de detención dictado contra un diputado, Venezuela-2017, obligó a la víctima a refugiarse en una embajada amiga. Como en el caso del Bautista, se trataba de una detención injusta. Pero Juan Bautista tuvo menos suerte y el arresto terminó en decapitación. Los tiempos son otros pero los abusos de poder son los mismos. Aquel hecho determinó a Jesús a iniciar su vida pública de predicador ambulante.
Jesús buscó los primeros colaboradores entre los pescadores del lago de Tiberiades. Llamó a dos parejas de hermanos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Los cuatro aceptaron la invitación y dejando las redes lo siguieron. El evangelista no copia un discurso convincente por parte de Jesús. Simplemente prometió “hacerles pescadores de hombres”y les aseguró que “el Reino de Dios está cerca”.
Los domingos tenemos nuestro seminario en el Extremo Oriente, en Macao-China. No resulta fácil reclutar vocaciones al sacerdocio. En Europa no resultan convincentes las llamadas de la Iglesia cuando invita a construir el Reino de Dios desde el trabajo sacerdotal. Una profesora española se sintió impactada por el relato que hizo un misionero que pasaba allí en España sus vacaciones. Escribió: “España es país de misión”. Apenas hay práctica religiosa entre la juventud. Y los padres de familia no transmiten la fe a sus hijos.
Los hombres de hoy no confían en el “evangelio”o buena noticia que anuncian los políticos. ¿Confían en la promesa de Jesús? El Señor sigue invitando a dejar las redes para seguir espiritualmente a la sociedad. El evangelio es aún “buena noticia”.
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Benjamín García Fernández