Opinión

¿Plan Marshall para Venezuela? (II parte)

9 de marzo de 2020

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Fue acertado el Gobierno norteamericano al concebir un programa o plan para la recuperación de Europa del Oeste, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. La iniciativa, diseñada principalmente por el Departamento de Estado, recibió el nombre del entonces secretario de Estado, George Marshall, que también había sido uno de los más célebres generales estadounidenses durante la guerra. Las ayudas del plan se dividieron entre los países receptores sobre una base  per cápita. Se dieron cantidades mayores a las grandes potencias industriales, ya que el criterio dominante fue que su reactivación sería esencial para la prosperidad general de Europa.

En la Venezuela actual, luego de dos décadas perdidas, donde escasas obras de mediana importancia se registran, ninguna de relevancia, tan sólo en viviendas populares se exhibe un módico avance. La carencia de obras generadoras de fuentes de trabajo e inversión, las que a su vez pudieran haber impulsado considerables corrientes de circulante, que nunca se dieron; además del cierre de empresas e inseguridad ciudadana reinante, los bajos salarios y la megainflación registrada, sin duda constituyeron, entre otros, el gran detonante impulsor de la diáspora migratoria de los venezolanos, estimada en más de cinco millones de compatriotas, donde la mayor parte corresponde a jóvenes y profesionales, que partieron en busca de mejores horizontes y fuentes seguras de trabajo.

El burdo saqueo perpetrado al país por el régimen depredador-despilfarrador, Chávez-Maduro, y acompañantes, durante 20 años, constituye la quiebra de un país, y a su pronta e inminente salida, heredaremos “un país en ruinas”, que habrá que rehacer. De ahí que se requerirá de muchos recursos financieros, gran parte de ellos provenientes de la comunidad internacional, de la cual no se duda que su aporte será cuantioso, habida cuenta de las circunstancias de atraso y precariedad  existentes para el momento. Precisamente, en el artículo anterior hice referencia a la conveniencia de creación, por parte países amigos, de un fondo financiero especial para apuntalar la recuperación de nuestra Venezuela. Bien pudiesen integrar dicho fondo, primeramente, el gobierno de los Estados Unidos, la Unión Europea, el Banco Mundial,  el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, el Banco Europeo de Inversiones, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, el Japan Bank For International Cooperation (JBIC), y el KREDITANSTALT FÜR WIEDERAUFBAU (KFW) de Alemania, entre otros.

De los recursos obtenidos a través de este “fondo especial”, tipo Plan Marshall, algunos serán considerados “no reembolsables”, como por ejemplo los destinados a mitigar la crisis humanitaria; mientras los destinados a programas de inversión y desarrollo, como vialidad, infraestructuras, servicios, turismo y otros, deberán ser negociados a mediano y largo plazo e intereses mínimos y años muertos, en lo posible. Su pago será garantizado suficientemente por el Gobierno venezolano y aprobación del Congreso o Asamblea Nacional.

Como es de esperarse, la aplicación del “Plan Marshall” en Venezuela, generará grandes fuentes de trabajo y movimiento de capitales, por lo que la demanda de mano de obra ha de ser cuantiosa. Muy importante ha de ser la selección de obras a ser acometidas, probablemente, la adecuación del sistema de generación eléctrica con sus tendidos de líneas; las redes de acueductos, el sistema vial y adecuación y modernización de aeropuertos; la modernización del sistema de salud y fortalecimiento agropecuario, serán consideradas áreas prioritarias, entre muchas otras. En ese orden, será posible reactivar en un cien por ciento el Complejo Hidroeléctrico del Guri, además de aumentar su capacidad generadora; rescate y terminación del Desarrollo Hidreléctrico Uribante-Caparo con dotación de todas sus líneas; terminación de la autopista Caracas-Oriente, terminación de la autopista Santa Lucía-Kempis, conclusión y desarrollo autopista San Cristóbal-La Fría-Coloncito-El Vigía y San Cristóbal-El Piñal-La Pedrera-Santa Bárbara-Socopó-Barinas; terminación de la autopista José Antonio Páez y construcción del “Circuito Vial” de la frontera colombo-venezolana”.

Fe y constancia, compatriotas ¡Sí podemos! Luego del cese de la usurpación, el reto que tenemos por delante es el de la refundación del país, lograr implementar sostenidamente, sin interrupciones, una política económica de apertura que nos permita conquistar los mercados mundiales, no solo con petróleo, sino con exportaciones distintas a las petroleras que permitan diversificar nuestra economía y la hagan crecer aceleradamente en las próximas décadas.

*(Doctor en Cooperación Internacional, Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional)

Alejandro Bautista González*

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