Pedro A. Parra
“En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. (Campoamor).
Una advertencia preliminar: para comprender con exactitud la reclamación de nuestra Guayana Esequiva, tendremos que explorar imaginariamente más de cinco siglos de Historia Venezolana, desde su descubrimiento en 1498 por Cristóbal Colón, hasta los días actuales. El desafío parece difícil, pero, si alertamos nuestros sentidos podremos encontrar finalmente “El Dorado” de la verdad y la justicia. Un tesoro extraviado a un largo proceso de negociaciones con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, cuyos comienzos datan desde 1840. ¡Conociendo a fondo todos sus problemas, podremos defender la reivindicación de nuestra soberanía nacional. No olvides que tú también eres Venezuela!
No tengo espacio suficiente para plasmar en estas cortas líneas, el dolor que siento por este inicuo atropello colonialista; los países ricos y prósperos suelen imponer sus derechos o por lo menos hacerlos respetar. Venezuela por el contrario, en forma por demás inexplicable, renuncia a ellos con desenfado, y, en medio de una despreocupación general. Si observamos un mapa antiguo, nos daremos cuenta elocuentemente de ello.
Los Estados Unidos adquirieron inmensos territorios pertenecientes a otras naciones sin intervenciones armadas, por compra pura y simple, y sólo mediante la entrega de dinero efectivo, contante y sonante. Para mayor eficiencia, en caso de no conformidad, solían emplear una imperceptible presión diplomática, y excepcionalmente, entraba en acción una sutil y oculta intervención de agitadores profesionales. Venezuela a su vez, pudiera seguir un ejemplo tan eficaz. En vez de dar en préstamo un capital que se va a depreciar por efecto de la inflación y del aumento de los precios correlativos, entregaría una suma más importante a cambio de la soberanía real, efectiva y total sobre el territorio de la Guayana Esequiba, colonizado en primer lugar por los ingleses, y luego, hoy en día, por sus encubridores interpuestos, los Guyaneses. Nada de eso se hizo. Y, así estamos.
En esa forma, Venezuela hubiese podido recuperar integralmente su soberanía, y de paso, ayudaría a la Guayana a salir de su miseria inveterada y a renunciar al papel poco lúcido de nación colonialista de unos territorios que pertenecen en forma indiscutible a la Patria de Bolívar, el cual acertadamente consideraba el Río Esequibo como límite de nuestro país. El hecho insólito de crear el Estado de Guyana, que se interpone entre el Reino Unido y Venezuela no cambia en nada los derechos de nuestro país a reivindicar y recuperar su territorio usurpado.
Nos estamos quedando rezagados en el terreno legal, jurídico, internacional y político. En una oportunidad Carl Greenidge, Vice-Presidente y Ministro de Relaciones Exteriores de Guyana, señaló en la O.E.A.: “Estabilidad, seguridad y paz en nuestro territorio hemisférico no pueden ser mantenidas, ni puede ser alcanzado un desarrollo integral, a menos que las naciones cumplan la Ley Internacional y fielmente asuman las obligaciones de estos tratados”, dijo después de acusar a Venezuela de ignorar el Laudo Arbitral de Paris, que, en 1899 trazó las fronteras terrestres entre Venezuela y la entonces Colonia Británica. Vale decir, nuestro descuido ha sido tan astronómicamente grande, que, hoy en día Guyana es miembro de la Organización de Estados Americanos (O.E.A.).
Examinemos la Geografía y el Atlas de Agustín Codazzi; los orígenes de la historia del descubrimiento de la Guayana Esequiba por el español Alonso de Ojeda en 1499, junto a Américo Vespucio y Juan Esquivel en misión de exploración; las arbitrariedades expansionistas de Inglaterra, que motivaron la preocupación de nuestro Simón Bolívar; el primer mapa de Schomburrgk, en 1835; la gran farsa americana, cuando en 1855 Estados Unidos hizo su aparición; la sentencia del 3 de octubre de 1899, dictada en Paris por el Tribunal Arbitral; el memorándum de Mallet-Prevost, que fueron unas explosivas revelaciones. ¡Ésta es una reclamación histórica que con fuerza, patriotismo y valentía debemos llevar hacia adelante; todos los antecedentes históricos y jurídicos nos dan la razón!