Fredy Contreras Rodríguez*
La victoria lograda por Freddy Bernal abrió un nuevo escenario en la vida regional, con muchas expectativas en todos los ámbitos de la población tachirense. Afectada por la abstención -el triunfo pudo ser mejor-, pero reconocida por los actores que participaron en la contienda del 21-N, la elección del gobernador del Táchira ha generado una situación inédita en los últimos procesos electorales y es el hecho de estar recibiendo el apoyo tácito de los adversarios, electos en los gobiernos locales y de la representación política opositora en el parlamento regional.
Tal circunstancia no pasa desapercibida y abre la posibilidad de tener un gobierno regional sustentado en 3 grandes líneas de trabajo: Programa de gobierno, gestión efectiva y diálogo útil y permanente.
La oferta presentada por Bernal, como programa de gobierno, dejó de ser promesa y propaganda de la campaña, para convertirse, como ya lo dijimos, en carta de navegación durante los próximos 4 años de gestión, facilitando la identificación de los problemas y sus soluciones, con métodos, técnicas, procedimientos y funcionarios capaces, que logren el objetivo de tener una administración pública estadal orientada por los mandatos legales y constitucionales. El programa representa el alfa y omega dialéctico -dinámico, flexible, revisable- del buen gobierno que debe hacer Freddy Bernal.
La gestión efectiva tiene que ver con la evaluación y control constante de las políticas públicas derivadas del programa de gobierno, que permitan conocer y saber a tiempo si se están cumpliendo cronogramas, objetivos y fines perseguidos por la ejecución de tales políticas; si la acción del gobierno satisface las expectativas y aspiraciones de la gente y las del mismo gobierno; si los recursos aplicados son invertidos con transparencia y cumplen el propósito para el cual han sido destinados; si han mejorado los procedimientos de atención a los ciudadanos en direcciones, oficinas e institutos, dependientes del gobernador; si el modelo de gestión y la estructura organizativa de la gobernación son útiles, eficaces, eficientes, democráticos, disciplinados, responsables y menos propensos a la corrupción y el burocratismo.
Y el diálogo es la amalgama para fundir los propósitos comunes de la pluralidad democrática. El resultado del 21-N deja lecturas para todos los gustos y una de ellas es que, con la nueva pluralidad surgida, para desarrollar un gobierno como lo prometió Bernal, es perentorio y necesario el diálogo útil y permanente, entendido este como herramienta, como ejercicio humano y como política, para abordar las diferencias, que siempre las habrá, entendido como método y praxis del “homos democraticus” que nos habita, para solventar conflictos, diferencias y problemas, acordando concesiones, transacciones y acuerdos, pactados, sin imposiciones.
El gobernador Freddy Bernal marcó esta agenda de programa, gestión y diálogo en el acto de proclamación, al señalar que los tachirenses apostamos por la paz y el reencuentro y que, como detentadores de la soberanía, le ordenamos a todos los electos dejar atrás la confrontación política; que su gobierno le extiende su mano a todos los electos para trabajar por el bienestar de todos. Y esta agenda contiene un sustrato de naturaleza constitucional: La legitimidad.
Lograr conducir una gestión administrativa con el aporte de todos los factores políticos, ejerciendo el principio de colaboración recíproca con los gobiernos locales, en diálogo permanente, con respeto y profunda voluntad de servicio, es la esperanza que todos los tachirenses tenemos. Se trata de contar con un gobierno estadal que, en el marco de las diferencias que tenemos –irreconciliables algunas-, sea respetado y reconocido por sus hechos, como lo afirmó el gobernador electo.
*Ingeniero industrial. Agricultor urbano.