Opinión

Prosperidad y la sociedad en Venezuela

17 de enero de 2024

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Hogan Vega y Dorli Silva

Con el inicio del año 2024, las familias venezolanas celebran la llegada de éste con muchas tradiciones. Por ejemplo, se comen lentejas, se comen 12 uvas, se hace la cena de medianoche, se elabora un escrito con peticiones, se sale a la calle con maletas, se usa ropa interior amarilla, entre otras muchas. Son un símbolo de esperanza ante la llegada de un nuevo año, en espera de la prosperidad ansiada. Son tradiciones que las familias mantienen por años, lo que automáticamente se guarda en el subconsciente; cada vez que ocurren dichas festividades, se renuevan dichas tradiciones venezolanas.

En las religiones cristianas, se venera a Dios quien está en todas partes; él solamente desea, para la humanidad, bienestar, salud, paz, felicidad; en resumen, la prosperidad de cada una de las personas depende de la toma de acciones que le permitan, a cada uno, en su vida, el alcance de las metas propuestas. Primeramente, se debe definir qué es la prosperidad para cada uno de los integrantes de la sociedad venezolana. De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española (2023), en su primera acepción se define a la prosperidad como la “Condición de próspero”; asimismo, su tercera acepción indica “Buena suerte o éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre”. Son sinónimos de prosperidad (de acuerdo con el diccionario ya indicado): Bonanza, bienestar, felicidad, holgura, riqueza, progreso, expansión, éxito, auge, esplendor.

De allí que cada ser es único, con huellas dactilares propias, que lo identifican en cualquier parte del planeta. Su propósito de vida es personal, con metas propias, que le guían e impulsan a tener un arte que lo identifique como persona que se gana la vida en un mundo dinámico, con oportunidades por alcanzar y otras por descubrir, pero que están allí. Se espera el éxito que permita obtener salud, paz, felicidad, bienestar y la prosperidad que tanto desean los seres humanos. Por tanto, hay que tener claridad como seres pensantes, de que se deben explorar las oportunidades que se presentan en cada espacio; ello permitirá el desarrollo de las sociedades, con la ayuda de las herramientas tecnológicas.

Por consiguiente, tener un propósito de vida es un sueño que se debe convertir en realidad. Se puede ser próspero, a la vez que se es: agricultor, artesano, comerciante, empresario, emprendedor, político, académico, docente, investigador, médico, ama de casa, abogado, contador, religioso, deportista, entre otras profesiones. Es un acto de amor propio, que se debe conocer y explotar, en cada ser humano, independientemente que se tengan opiniones y creencias diferentes. Solamente se necesita creer en uno mismo y empezar a realizar las acciones necesarias, para convertir en realidad los sueños de vida; es necesario tener claro que el ego no es un propósito; es decir, desear tener un vehículo de gama alta, es un ego. Por el contrario, anhelar ser un agricultor próspero, permite alcanzar bonanza, bienestar, felicidad, holgura, riqueza, progreso, expansión, éxito, auge, esplendor, lo que a su vez permitirá la adquisición de bienes de fortuna. Ello genera un modelo de trabajo basado en propósitos claros y metas bien definidas, para lograr una sociedad con un impacto social, acorde con las leyes que la rigen.

Ahora bien, es muy claro y evidente que existe el conocimiento práctico, el artesanal y el que se adquiere por competencias académicas. La sabiduría de la persona que estudia y se instruye, no se puede ni se debe comparar con la de la persona autodidacta como el carpintero que trabaja con la madera, el artesano que moldea el barro, el herrero que funde el metal, el agricultor que trabaja la tierra, el pescador que vive de su labor diaria. A diferencia de la sabiduría artesanal, se tiene la sabiduría obtenida mediante la gestión del conocimiento, con disciplina, constancia, perseverancia y un rigor investigativo, que forman al profesional que requiere el crecimiento económico de un país.  Es el caso de contadores, médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, licenciados, pedagogos, economistas, así como el resto de profesionales. (Vega y Silva, 2021)

Para cumplir con dicho reto, es necesario crecer en sabiduría, valores y principios desde la infancia, para adquirir las competencias de una profesión que le permita, a la persona, el crecimiento personal, familiar y de utilidad para el desarrollo del país. Ese hombre, quien heredó de sus ancestros la mente emocional, la que controla los sentimientos y los impulsos, las emociones como el optimismo, la esperanza, la ira, la ansiedad y la depresión, entre otras.

Del mismo modo, se es consciente; ello significa que se piensa de forma lógica y analítica, por lo que se tiene una mente racional.  Ello explica la relación entre los pensamientos y las emociones; por tanto, debe existir armonía entre la mente racional y la mente emocional, para permitir la toma de mejores decisiones y para tener comportamientos asertivos.

Para formar a ese profesional, con las competencias deseadas, los docentes y las universidades se deben abocar a evaluar las características mínimas que debe tener ese estudiante universitario, para que alcance mejores resultados en su vida, sin que se aparte de la sociedad y de sus problemas. Aún en las adversidades, tanto nacional como internacionalmente, el profesional artesanal y el profesional con las competencias académicas, deben hacer todo lo que esté a su alcance, para lograr las metas propuestas. De esta forma se consolidará la prosperidad que permitirá tener un mundo mejor. (Vega y Silva, 2021)

Por analogía, en matemática, se tiene el principio de la integralidad; es decir, básicamente una integral es una generalización de la suma de infinitos sumandos. La prosperidad es la suma de muchos factores; por ejemplo, la constancia, la perseverancia, la disciplina, la tolerancia, el liderazgo, la empatía, el funcionamiento como un cuerpo orgánico, etc. De manera similar, la prosperidad de una sociedad es la suma de las diferentes acciones necesarias para convivir en un Estado regido por la normativa legal que guía el crecimiento económico, tanto de los ciudadanos como de sus instituciones. Ahora bien, sin que se olvide vivir en el presente, sin ignorar su pasado y con la conciencia optimista de un futuro mejor.

 

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