Humberto González Briceño
Saltaron súbitamente a quejarse las viudas del Interinato cuando la caricaturista Rayma construyó una imagen que capta con fidelidad la frustración de millones de venezolanos con la estafa de Juan Guaidó y la falsa oposición.
Operadores políticos, que pertenecen y orbitan en el área de intereses de la falsa oposición, reclamaron con amargura por el supuesto irrespeto que significa la referida caricatura.
Pero más que un reclamo sincero, los defensores de la pulcritud política de Juan Guaidó mostraban la ira de quien se siente desnudo y descubierto a la luz de la mentira. El dolor y la rabia parecían multiplicarse por la extraordinaria conexión con la realidad que finalmente corroboraba la opinión de millones de venezolanos.
Pero, ¿qué podría ser tan ofensivo para provocar la violenta reacción de las viudas del interinato de Guaidó? Se trata de la imagen de un Juan Guaidó con la nariz tan grande como la de Pinocho, llegando alegre y festivo al castillo de Disney World en el imperio norteamericano.
La contundente y descriptiva imagen va acompañada por el texto “Ni cese de la usurpación, ni gobierno de transición, ni elecciones libres…”. Básicamente se trata de la confirmación del fracaso y la traición de quienes ayer tercamente embarcaron a Venezuela en la aventura del gobierno interino y hoy hacen exactamente lo mismo con la tesis fallida de las primarias de la falsa oposición.
Lo que les duele a las viudas del Interinato es que la imagen de Rayma confirma una dramática realidad. Juan Guaidó forma parte de esa mafia política anidada por décadas en el antro de la falsa oposición que ha engañado y sigue engañando a los venezolanos reciclando cada día formas para amancebarse con el chavismo.
El mantra creado por Leopoldo López, Juan Guaidó y Voluntad Popular fue abrazado por toda la falsa oposición. Contenía tres promesas que desde el principio eran inviables, pero que fueron muy útiles para enmascarar y luego justificar la masiva corrupción administrativa del Interinato. Al final, como era de esperarse, la aventura no podía terminar sino en el más rotundo fracaso.
A Rayma no se le puede acusar de inventar nada. Ni siquiera se le podría atacar por tratar de decir algo. Porque en el más fino y elocuente ejercicio de la caricatura, más que un dibujo, lo que ella hizo fue tomar una fotografía que no puede ser refutada.
Juan Guaidó con su carita risueña y feliz llega a los Estados Unidos, dando rítmicos saltitos de emoción, mientras deja atrás al olvidado mantra. Y con él también deja enterradas las ilusiones y las esperanzas de millones de venezolanos que, al menos por un instante, sucumbieron ante el irresistible encanto de la estafa del gobierno Interino.- @humbertotweets