Lógica del colapso:
La lógica del colapso: genocidio “selectivo” para exterminar o expulsar al talento y los capacitados, pero sin talentos y capacitados el país sigue en quiebra continuada, pero de esa forma los culpables de la tragedia se afianzan en la miseria y la pobreza. Urgente y necesario que afinquemos, canalicemos y concentremos todos los esfuerzos con el propósito de orientar la discusión, los requerimientos, los planteamientos y las propuestas en el camino de solventar los graves problemas en lo económico y social que padecemos. Si se solicita ayuda humanitaria a nivel internacional el régimen acusa de traiciona a la patria, pero ellos mismos le dan la espalda a los vulnerables, marginados y damnificados de su política de genocidio “selectivo”. Los que están felices y contentos son los países que reciben de manera gratuita personal calificado y talentos para generar desarrollo en sus naciones.
En primer lugar, lo que llaman salario integral no es ninguna remuneración meritoria o digna tal cual como lo establece el artículo 91 de la Carta Magna (CRBV). No ocultemos la verdad y llamemos las cosas por su nombre. Estamos en una condición de “hambre” y debemos aceptarlo todos para poder resolver satisfactoriamente. Alguien me expresaba que era indigno declararnos en “hambre” y, además, que el gobierno nos podía suspender el sueldo. Simplemente, la quedé mirando fijamente a los ojos: “¿a cuál salario te refieres o es que tienes una remuneración digna para poder satisfacer la necesidades? Insisto, vamos a llamar las cosas por su nombre, pero todos a la vez: esto es un genocidio, tenemos “hambre” y lo que suelen pagar no cae ni en la categoría de limosna…es indigno y hasta cruel.
Discriminación y exclusión en el sector salud:
Fundamentalmente, al no reducirse los elevados niveles de incertidumbre y el alto grado de desconfianza que imperan y dominan todo el escenario nacional en sus diversas dimensiones, la elevada e incontrolada tasa de inflación sobrepasará con creces el 10 mil por ciento (10.000,00 %) este año 2018, la cual tiene una interdependencia directa e indirecta con el índice de precios en el sector salud (que aunque el Gobierno se empeñe “metodológica” y formalmente a represar o manipular la variación de precios, la misma tiene una tendencia alcista en periodos muy cortos de tiempo: menos de 8 días en promedio).
Entonces, bien alejado a la concepción ética de competencia y solidaridad, la terrible realidad que padecemos el gran grupo de vulnerables que nos negamos a irnos de Venezuela (pese al genocidio selectivo imperante), es que si nos enfermamos, por muy leve que esta sea, corremos el alto riesgo de un desenlace fatal. Además, el sistema nacional de salud en lo que respecta al sector privado y público está completamente colapsado: las coberturas de salud son insuficientes y las primas o aportes impagables; altos, crecientes e incontrolados precios de los servicios de salud; medicamentos que son “especulados” al mejor postor, etc.
Adicionalmente, en todo el país existen enormes debilidades frente a las empresas que prestan el servicio de salud o HCM, entre las que destacan los baremos y auditorías clínicas, lo que en la práctica se traduce en presupuestos cambiantes y excesiva facturación final. Con el agravante que el Gobierno centraliza todos los recursos para HCM, y deja desvalidos a los trabajadores en función a la decisión discrecional de un operador novato para retardar, dar o negar la clave de acceso al servicio médico.
Competencia y Solidaridad:
En cualquier actividad humana la economía juega un papel muy importante, en el sentido de que, de una manera u otra, se tiene una relación directa o indirecta con lo económico, ya que mediante ella se proporciona respuesta a las necesidades cotidianas, como lo son el alimento, vestido, vivienda, salud, recreación, etc… El papa Pío XII decía que “el fin natural de la economía era poner al alcance de las personas y de las familias, establemente, los bienes materiales que necesitan para una vida humana digna: mantener este fin natural de la economía es un reto para todos, y en ello tenemos que trabajar la sociedad civil y la autoridad política.”
Asimismo, en la carta encíclica “Centesimus Annus”, su santidad Juan Pablo II dejó sentada su posición ante las nuevas realidades económicas. Plantea con toda claridad los criterios y valores de la economía, del aspecto ético de la vida económica, que puede y debe satisfacer las necesidades humanas. Hay que defender la auténtica personalidad humana con la verdadera libertad, el auténtico espíritu emprendedor y la solidaridad económica. Ya desde este tiempo Juan Pablo II proponía términos como: economía libre, economía de mercado, de empresa. Afirmaba que la civilización de mercado tiene potenciales de producción mucho mejores que las economías colectivistas y estatistas.
No obstante, todos necesitamos comprobar en nuestra actividad económica la proporción entre el esfuerzo y el resultado; una de esas cosas que nos ayudan en esto es la competencia, pero dentro de las normas de moral y el derecho. La competencia es una motivación, un estímulo para la producción y la productividad, pero al igual que el mercado, es necesaria pero no suficiente para la vida humana integral. Para ello es necesario consolidar los grandes valores de la economía, como actividad humana encaminada a satisfacer las necesidades humanas, como dimensión irrenunciable de toda vida humana. Evitar los excesos del individualismo antisocial y el colectivismo antipersonal, por medio de la solidaridad entre las personas, éstas con la sociedad y las sociedades entre sí. Todo ello contrario a los antivalores que promueven los seguidores del capitalismo “salvaje” y el socialismo “atroz”.
Pedro Morales. Docente Universitario. [email protected]; @tipsaldia
Pedro Morales