Se perdían las gallinas en Acirema. Los ladrones, conocidos por la población, corrían mucho y tenían sus escondrijos por todos lados. Antonio Morata, corregidor del lugar, compró una veloz patrulla importada. Tenía radares y hasta equipos para tomar imágenes de todo lo que se moviera por el lugar. Llegó la noche oscura y los ladrones cargaron con unas treintapicatierra. La gente los escuchó y pensó que los recursos que el corregidor le había quitado a la escuela y al hospital para garantizar la seguridad de la población y de sus animalitos darían sus frutos. ¡Qué va! –Antonio Morata salió y amenazó a quien se atreviera a reclamar tal morronguera en el accionar de la ley. Dicen que el corregidor come gallina todos los días. Lo demás, es cuento viejo, señores.
No pudieron los matones de Don Próculo contra la voluntad férrea de los estudiantes de la Universidad de Carabobo. Esa relación 80 – 20 en contra de los rojos en todos los procesos electorales los tiene desesperados. Revisen esa razón, camaradas.
Parece que el viejo árbol de pimienta, que representaba con orgullo a la hermosa población de El Cobre, cayó rendido al fin. Dicen que un traicionero rayo le sacó el alma y lo partió en dos. Todos los hijos y amigos de este pueblo tan nuestro estamos tristes. Pedimos a Dios que la ciencia, representada en las facultades de Ingeniería Forestal y Agronomía de nuestras universidades, con sus laboratorios de biotecnología, ofrezcan sus conocimientos para recuperar de sus raíces fecundas algunos vestigios de vida y que las generaciones futuras encuentren en la plaza Vargas a los descendientes del anciano que cobijó con sus arrugados brazos a tantos cobrensesen noches de bohemia paramera.
Por ahí anda el profesor. Ofrece una imagen de tristeza total. Camina sin rumbo, recordando tal vez sus tiempos mejores, cuando estrenaba carro cada dos años, vestía trajes y zapatos de marca fina y podía viajar con su familia en paquetes todo incluido a cualquier parte. Sus reservas de comida las tenía garantizadas y hasta el kerosene decembrino lo compraba en Cúcuta para que alcanzara para todo el año. Por ahí va, triste y lamentando la partida de sus hijos, quienes salieron en busca de sobrevivir en algún lado del mundo.
Un transformador eléctrico se echó a perder en La Fundación. Más de 33 familias se quedaron a oscuras y con sus neveras tibias. Por la vía a la aldea San Francisco se fue un puente sobre el rio chácaro. Kilos de alimentos agrícolas se quedan a la vera del camino. Combustible por la muerte de un obispo. No hay ambulancia ni servicio de laboratorio. Las carreteras no llegan acaminos de recuas. Hasta cuándo, carajo.
-Si no encuentran gas, coman repollo crudo y salgan corriendo, grita Cosme desde la ventana que da a la calle. Estos chistes de mala muerte que suelta este viejo charlón lo hacentriple repelente. Dice que las tragedias hay que torearlas con humor para no llorar de impotencia.