Se puso la vaina buena, compadre Cosme. –Cuál vaina buena, Melquiades? Yo sigo igual o peor que siempre. El sueldo se esfuma cada día más rápido. No encuentro medicamentos y la comida va ralita para ir tragando algo al día. El carrito ya tiene telarañas y sin repuestos. La ropita es lo que llaman de quitá, lavá y poné. Cuál vaina buena, viejo chinchurria? –Cálmate, Cosme. Te va a dar algo feo, grita Pulqueria desde la cocina.
Cómo nos hacen falta eventos deportivos de gran calidad para meternos en esos televisores y sacudirnos tanta angustia venteada que nos llega por los aparaticos que llaman celulares. Textos, audios e imágenes sobre lo mismo y con resultados iguales cada instante. Y no faltan los merolicos de nuevo cuño que repiten, insisten y golpean nuestra existencia con eso de “echa un vistazo” a tal ripio ajeno y mal intencionado que solo busca engancharnos feo. Tengan piedad.
Estoy viendo una telenovela sobre un grupo musical colombiano ambientada en los años 70. Me gusta porque es recreación de un combo que teníamos en Pregonero, con los mismos problemas y sueños en cada ensayo y baile contratado para las mejores fiestas del mundo. Ojalá la alarguen un tris para seguir disfrutando de esta culebrita refrescante. En La Grita también se soñó con grabar algún disquito para dejar constancia de la existencia de varios combos y orquestas de la época. Ahora es mucho más fácil y podemos disfrutar de tantos acordes sabrosos para echar un pie a la hora de un baileteo trasnochador.
Sería provechoso para la salud de Venezuela plantear un gran diálogo nacional entre las partes en pugna política en nuestro país. En cadena nacional, con La Constitución Nacional en la mano y con acompañantes de la ONU como testigos, se pondrían las propuestas sobre la mesa para salir del embrollo que nos acogota a todos. La población sería testigo de tales conversaciones y en tiempo prudencial tendríamos resultados positivos. Sin gringos ni cubanos cerca. Si por mí fuera, los encerraría a los del gobierno y la oposición con un candado viejo que hay en el cementerio de Pregonero. Comida y bebida pocona y “obligarlos” a que salgan con ideas positivas para todos los venezolanos. –Cómo la ven desde ese rinconcito?
Llegó Don Jacinto con una idea maravillosaal billar del pueblo. –Muchachos, se me acaba de ocurrir una solución para parar en seco los carros cuando se le van los frenos. Lo miramos, incrédulos, para dejarle saber que si quería que lo escucháramos tendría que brindar un michito amargoso que vendían donde Mercedes Roa. –Ah, qué botiquín tan sabroso. El viejo ordenó la ronda y empezó su explicación: -Fíjense, jóvenes. Se pone sobre el parachoques del camión un enorme tronco amarrado con cadenas para que no se caiga con el movimiento debido a las carreteras tan malas de Pregonero. Cuando el chofer pise el freno y sienta que el pedal se va a fondo y el carro no se para suelta el tronco y listo, el camión de detiene al instante. –Y cómo va a hacer para bajarse a desamarrar el tronco, preguntó un saboteador de las grandes ideas. Don Jacinto se rascó la cabeza por debajo del sombrero y pidió otra ronda del mejor miche del mundo.
Carlos Orozco Carrero