Carlos Orozco Carrero
Vimos a la señora Cristina en la toma de posesión en Argentina. Toda una reina, con vestidos milmillonarios para representar a la oligarquía bonaerense que tanto critican los de su clan comunista. Más de 54 estancias, con sus respectivos búnkeres, le encontraron a sus testaferros en la investigación que hicieron en díaspasados. Dice Melquiades que la gente que se enamora del poder guarda unos centavitos para un retorno triunfal a futuro. –¿Tendremos los venezolanos untris siquiera de tanta riqueza roja en Argentina? Recordamos el maletín de Antonini, cariños.
Parece que lo del censo vehicular para docentes está dando resultados positivos. Ojalá y no dañen el mecanismo para tener tranquilos a los más sufridos de Venezuela.
Táchira recibió una dosis de lo que es sufrir la pérdida de uncampeonato al final de un juego electrizante. Ya se lo habíamos hecho a los del Caracas. Así es el juego, cariños. Si no estás concentrado durante los 90 minutos del juego, un descuidito te puede salir muy caro. Ya vemos lo que ocurrió. Sin embargo, la gente regresó al estadio y siempre adelante es que es.
Fujimori aconsejaba a la población a que planificara los nacimientos de sus hijos para que el Estado pudiera solventar la alimentación, salud y educación de los muchachos peruanos. Unos tres hijos, máximo, sugería el presidente. No le pararon al oriental y en las casas de cartón de América Latina todavía nacen y nacen muchos niños, herederos de esa maldita pobreza extrema que nos marcará hasta el fin de los tiempos.
A principios de diciembre celebramos el Día del Profesor Universitario. Mucha reflexión por parte de la inmensa mayoría de docentes en nuestras casas superiores de estudio. Otros profes están ligando hasta lograr el exterminio total de la universidad autónoma y libre en nuestro país.
Mis zapatos para jugar pelota estaban llegando al final de su vida útil. –Volver al futuro, me gritaba el mejor tercera base de su categoría, David Granados, al ver las torcidas botas blancas con vivos verde manzana que lucía en cada juego. Yo, que no me meto con nadie, logré comprar unos zapatos extraordinarios para estrenar junto al campeonato del Centro Latino este año. Me puse el uniforme y salí a pasearlos por lugares llenos de peloteros. Es mi estilo, particular y repelente a la hora de un estreno deportivo. Le comenté a Saúl Argüello de mis zapatos. Los miró y corrió al dogout para salir con unos calzados para los Grandes Ligas. Lo peor no fue esa humillación a mis boticas negras. Resulta que José Ramírez, presidente del club y excelente pelotero de Socios, me dijo: – Carreto, deje que arrequinte el sol para que vea como se le recalientan los pies por usar zapatos de plástico. –Cuando el pobre sale a vender sombreros, todo el mundo anda sin cabeza, decía mi tía pulquería. Ah, rigor, señores. (Carlos Orozco Carrero)