Opinión

Repelencias 280

28 de diciembre de 2019

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Carlos Orozco Carrero

-¿Le viste esa especie de ventana desde donde se podía mirar a esos seres tan extraños? –Claro, compadre. Lo que me llamaba la atención eran esos movimientos lentos de los tipos. -¿Y el sonido del aparato?  -Era como un susurro profundo, compe. –Menos mal que nos quedamos viéndolo durante ese tiempo.  –Carreto, venga para la cocina y no escuche esa conversa de locos entre Melquiades y Cosme. –Tía, desde cuándo están con esas cosas extrañas?  –Dicen que es para pasar el tiempo en noches  tenebrosas y sin luz. –Mejor me voy, tía. En esta casa la locura habita entre los cuartos de techo alto y paredes de tierra pisada. Se escuchan risas que salen de la salita donde conversan estos viejos desocupados entre café tinto y miche caricuenero.

Se hizo el pesebrito andino en cada casita nuestra, señores. Es  presencia eterna del Niño Dios entre nosotros. Grande y fugaz el lugar de nuestros hogares,  inmenso en bondad para recibir al Salvador del mundo.

El puente Niquitao amenaza con dejar caer años de historia en San Cristóbal. El gordo Caminos me decía que era el primer viaducto construido en  la capital tachirense. La parte norte de la obra se está profundizando en la desidia cotidiana que caracteriza estos tiempos. Ah, rigor, cariños.

El nuevo cine mexicano acabó con esa industria tan rentable para los manitos. Las balas no le hacen nada a los vidrios de las camionetas en los enfrentamientos entre los miembros de los carteles de la droga asentados en esos films de mala muerte. Extraño los caballos y canciones de  charros que nos marcaron siempre desde niños. El gordo Duarte suspira todavía cuando escucha sus rancheras y saborea tequilas en fraguas de botiquín criollo.

De los aguinaldos que uno apostaba, el tiente de espalda era uno de los más difíciles de ganar.  Nuestro rival pasaba casi todo el día arrecostado a las paredes del pueblo para no perder esos aguinaldos tan pepeados. La apuesta era un paquete de envoltorios de cigarrillos, los cuales servían como moneda circulante en los juegos de metras, trompos, barajas y hasta para pagar la entrada a las corridas de toros con los diestros Guzmán y Pascualito Luna, quienes hacían sus faenas con Miguel tigre de inmenso y bravo toro. ¿Regresarán esas costumbres tan lindas a nuestros pueblos?

El nuevo año lo programamos y rogamos a Dios salga en favor de nuestras familias y todos los venezolanos. Todos somos hermanos y debemos ofrecer nuestro esfuerzo para rescatar la Republica en bien de esta población que espera impaciente.

La inmensa labor social que cumple a cabalidad nuestra paisana y amiga Ana Cecilia Munera y su equipo de trabajo en Pregonero, no pasa desapercibida para  los habitantes de esta comarca tan piadosa. Todos reciben cada día el amor fraterno de Ana Cecilia, reflejado en obras de acción social que cada momento se hacen más necesarias para nuestros paisanos. Un Dios te pague, profesora. El Niño Dios te traerá mucha salud y felicidad, junto a tu familia, para que los habitantes del Uribante reciban también tus favores desinteresados. Dios es muy grande, cariños.

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