Opinión

Repelencias 296

12 de abril de 2020

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Carlos Orozco Carrero

Hay tanta información en las redes sociales universales que estamos a punto de locura colectiva entre los que no tenemos que ver con nada de lo que ocurra en este planeta, recuperado un poco de tanta ignominia, caballeros. Si no nos ponemos rísperos con esas olas de desinformación programada, nos van a llevar hasta profundidades que solo los psicoanalistas más duchos podrán sacarnos. Pendientes, pues.

En Acirema hay soledad total. Ya no se ve al poeta Antonio Mora, con su estilo particular de caminar, enfilando sus elásticas y sombreros distintos, hasta la panadería de sus compinches en conversa sabrosa. Es el Sanedrín de nuevos filósofos el altar que reúne a estos sujetos, propietarios de la más variada oferta de cuentos, historias y charlonerías que se pueda imaginar una población inocente de lo que se fragua en esas mesas panaderas. Allí los platillos voladores, fantasmas y entierros llenos de morocotas son el caldo nutriente que obliga a la presencia permanente de tanto personaje.

Ya se escuchan discusiones fuertes y absurdas en la cocina de mis tíos. Le dio a Pulqueria ahora por cocinar la yuca y los plátanos junto a los macarrones para aprovechar el gas. -Eso no sabe bien, mujer empuntada, grita Melquiades. –Tiene que acostumbrase a comer así, amor. Eso de la falta de gas no es mentira y usted, siempre echao como una puerca, sin mover un dedo para buscar una bombonita, apenas se encarga de mandar y mandar. Creo que mi tío entendió el reclamo y ya consume estos “combinaditos” sin chistar.

Nuestra Universidad de los Andes de aniversario. 235 no se cumplen por decreto emergente, caballeros. Siempre agradecidos por la institución que nos formó y nos dio las herramientas de trabajo a todos en mi hogar. ¡Viva nuestra Universidad de los Andes!

El pollo que presentó moquillo en días pasados y que estaba tirado en el solar, listo para ser enterrado, se mejoró inmediatamente con un remedio en período de prueba todavía. El gordo Sósimo agarró la jeringa que utilizó Melquiades para inyectarse un coctel de vitamina B y le agregó un tris de miche asoleado que había por ahí. –Ese pollo ya está muerto, gritaba Pulqueria. Sósimo agarró al pollito y le clavó  la aguja despiadadamente. El animalito todavía está dando vueltas como loco por el solar. Se encarama en el guamo y canta en un idioma raro desde los techos. No dice kikirikiiii, no. Grita kirgwhrsssss y eso nos preocupa a todos.

No olvidemos que somos hermanitos del alma y por eso hay que cuidarse mucho por estos días, panitas.

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