Opinión

Repelencias 339

6 de marzo de 2021

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Les cuento que estamos muy felices en nuestras familias por el nacimiento de Victoria Sofía Orozco Méndez. El pasado 18 de febrero nos llegó desde el cielo esta bella niña para iluminar nuestra existencia. Náyade y Raúl son los felices padres de esta hermosa criatura. Estamos emocionados en casa con nuestra primera nieta, continuidad de nuestra presencia por esta vida maravillosa. Me encanta ser nono, cariños.

Poco a poco se acerca la fecha para el Openning Day en las Grandes Ligas. Observamos enormes contratos a nuestros peloteros latinos. Ahora a responder a las gerencias generales de los equipos que han considerado el valor de cada muchacho que entra a un estadio de béisbol a dejar su vida en esos diamantes de Dios. 

En la bella población de La Fundación, ubicada entre las montañas más verdes y frescas del mundo, nos encontramos con los amigos de siempre. Muchas oportunidades de caminar y respirar aire limpio, mientras se conversa con los vecinos de la comarca, quienes van y vienen de sus lugares de cultivo para hacer más grande este pedacito de Táchira hermoso. Me gusta estar allá y estoy que regreso a una conversa pendiente con sus nobles habitantes. -Claro que hay brindis, paisanos.

El perro era de los más bravos del pueblo. Se sabía que cuando saliera de ese encierro perenne se armaría la de San Quintín, con dientes y garras. Se estableció una relación enfermiza entre el viejo rezandero del pueblo y Lucifer. El hombre tenía que pasar frente a la casa del animal. No tenía opción alguna. Era la vía para salir de la calle donde vivía. El pobre señor intentaba pasar por el frente, pero ese trecho de calle estaba siempre lleno de barro y aguas negras. Así que obligatoriamente tenía que deslizarse en silencio para que el bicho no se diera cuanta de sus pasos al cruzar por aquella casa maldita para él. Una mañana se acercó a la puerta sin acordarse del bicho con colmillos diabólicos. Lucifer lo escuchó y emprendió veloz carrera desde el patio de la casa. El rezandero se quedó encalambrado y seco ante el ataque de su enemigo. El perro venía a toda velocidad y no pudo frenar debido al encerado del piso del zaguán y vino a estrellarse contra la rejita de madera que cubría la mitad de la entrada. El viejo sintió la muerte en sus huesos y cayó sentado sobre la acera. Lo que le molestó mucho fue la risa burlona del dueño del perro desde el fondo del patio. Dicen que fue una promesa al Creador. Este hombre bueno se empeñó en buscar en la quebrada Colorada una piedra de tamaño regular, que él pudiera levantar en lo alto. Al fin dio con el objeto y lo metió en un costal. Ahora su obligación era esperar a que Lucifer se quedara dormido cerca de la rejita. Una tardecita, el sol le daba un tibio calor al perro y este soñaba con un hueso carnudo. El hombre llegó descalzo y levantó en lo mas alto el costal con la piedra. Preciso y seco fue el golpe. Lucifer nunca despertó. Escucharon al viejo susurrar: -¡El que tiene enemigos no duerme!

Carlos Orozco

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