Opinión

Repelencias 340

13 de marzo de 2021

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Carlos Orozco Carrero


Pues sí. Es sonoro y representativo del amor familiar ese término tan hermoso para llamar a los padres de los padres de una criatura en su hogar. Nono significa noveno en alguna clasificación antigua. Sospecho que en nuestras costumbres heredadas de los romanos se daría definición al más viejo de la casa, generalmente al abuelo. Por ahí estuvieron Pul quería y Melquiades en visita a la nieta. -Tan linda…Qué hermosa. Hasta Cosme, que es tan brusco, consideró la belleza de la muchachita. Me gusta eso, cariños.

Melquiades llegó echando candela del centro comercial. El celular que le trajeron los familiares en diciembre pasado se le dañó. -Claro, lo encalamocan a uno con esas palabras extrañas, revira. -Hay que resetearlo, caballero, le dijo la señorita que lo atendió. -Qué voy a saber yo de eso, compadre Cosme. -¡Ay, sí! ¿No recuerdas que la rocola del bar “El Tolima” tenía dos teclas rectangulares para acomodar su funcionamiento? -Déjame pensar, compe. -Claro, había que resetear los discos para que cayeran los que otra gente había marcado en el aparato musical y sonaran los nuestros. -Ya recuerdo esa tecla. La otra se llama reléase y esa nadie la tocaba. Mercedes Roa estaba pendiente siempre. Tiempos modernos a la moda vieja, cariño.

Se escucha el grito sabanero de Ángel Custodio Loyola, la voz recia guariqueña, quien nos sorprendía con ese registro único para mostrarnos de qué estaba hecho el llano venezolano. Cuenta la voz de los caminos que nuestro artista estuvo en Europa y dejó muestras de un tenor alto para no amilanarse a la hora de soltar una catira marmoleña frente a exquisitos amantes del Bell Canto en el Royal Teathre London.  Muy diferente a los que escuchamos por ahí en estos tiempos.

Entre Guaraque y Pregonero se puede ir a pie, en bestia aperada o en un carro con suficientes elementos para hacer el recorrido más tranquilo. Creo que ese viaje resulta envidiable cuando lo primero que meten en el vehículo son los instrumentos de cuerda, algunos toletes de carne mermada con papas y un frasco grande, muy grande, de bebida ardiente con unas ramitas de brusca en solución permanente. Y para ese avío tan llamativo no hay como salir temprano en el carro de mi primo hermano Luis Carrero y su grupo familiar, conformado por su esposa Gladys y el siempre sonriente Amado Carrero. Eso es disfrutar de la vida en nuestros campos preciosos.   

Viene el béisbol de las Grandes Ligas, señores. Están listos el sillón y la silleta de cuero para disfrutar del mejor espectáculo deportivo. ¡Pasen esos chicharrones tostados ya!

“Somos como somos”, el segundo programa de la radiodifusión tachirense, está a punto salir del horno dorado, donde se prepara con todo el sabor de la radio venezolana para dar pinceladas de jovialidad a la hora de sintonizar un radiecito.  Es una oportunidad de mostrar lo que nos identifica y confiere identidad en estos tiempos de vorágine, remolinos y pernicia extraña. Vamos aliñando la conversa, cariños. Yo les aviso con tiempo, caballeros.

 

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