Carlos Orozco Carrero
Agarramos a Cipriano y lo obligamos a que nos terminara el cuento del diablo en El Delgadito. Pues resulta que el pacto se dio con las condiciones que Lucifer puso al atrevido para entregar el alma y penar durante toda la eternidad. A cambio, Luzbel le regaló un aparato con el cual predecía y anunciaba acontecimientos, por más increíbles que fueran. El atrevido ser se quedó solo en la inmensa oscuridad y con la mente atolondrada ante tal encuentro con este ser maligno que vino a ofrecer fantasmagóricas realidades. Fue aclarando y por allí no pasaba nadie. Intentó bajar para Bailadores y lo pensó ante esas curvas tan fuertes. También quiso ir a Pregonero, pero recordó que la gente de ese pueblo es muy católica. Para La Grita le quedaba cuesta arriba, vía Las Porqueras, y la presencia del Santo Cristo bendito. Entonces, decidió probar la máquina diabólica y anunció la llegada de una caravana de camiones de carga en la carretera. Efectivamente, empezó a escuchar esas cornetas de viento tan estridentes y comprobó la realidad del pacto. Pensó, pensó y duró algún tiempo pensando sobre la locura que había pactado con el príncipe de las tinieblas. Hizo un esfuerzo supremo y escribió en el aparato: “…Lucifer dejó sin efecto el trato que hizo con Cipriano y yo prendo candela al aparato que me entregó Lucifer para liquidar ese pacto infernal…” Claro, como todo lo que se escribía en la máquina se convertía en realidad, Cipriano salió favorecido y nunca volvió a mencionar al diablo ni en sueños. Ahora a nuestro amigo siempre se le ve en la santa misa y con un escapulario en el pecho.
En Japón abrieron una investigación seria a un maquinista por el retraso de un minuto en el recorrido de un tren. No es por decir nada respecto a estas acciones de los nipones, pero dan ganas de reír al ver nuestros servicios de transporte público y su puntualidad en Venezuela.
Perdieron el Real Madrid y el Barcelona, y el mundo no se acabó. Son fanaticadas que aúpan a sus equipos y llevan a los demás a un tercer plano en patrocinio y fuerza televisiva. Lo mismo ocurre aquí, con Caracas y Magallanes. Todo para ellos, señores.
¿Tienes correo electrónico? Le dije a la secretaria que mi correo era triunfo, una a embojotadita Hotmail.com. La señora se puso brava y me dijo que eso no era una a embojatadita. Eso se llama arroba, ignorante. Le pregunté cuántos kilos tiene una arroba y, de inmediato, me corrió de la oficina. Qué genio, cariños.