Carlos Orozco Carrero
¿Ustedes han escuchado los equipos de sonido que utilizan los políticos en unos camiones para inundar cientos de metros a la redonda con música y mensajes estridentes? Pues llegó esa tortura sónica e infernal a los predios del parque La Romerita y zonas vecinas. Comenta un motorizado que entre estas noches subía por la avenida Carabobo, a la altura de la plaza Tinoco, y escuchó el escándalo como a las 4 de la madrugada. Se asustó y pensó que era un camión de propaganda que se le había acercado por detrás con el sonido extravagante que estos utilizan en pleno día. Dice el amigo que llegó a la avenida España, donde está la Rodelca, y todavía escuchaba el alarido de un cantante malojillo como si lo llevara de parrillero. No se sabe de dónde sale esta tortura nazi y si hay algún responsable del gobierno para acabar con tal sufrimiento colectivo. ¿Será un camión sónico fantasma?
Don Pablo Alvarado sigue cumpliendo años con su familia y amigos bajo los acordes del tango malevo y febril. Es reconfortante una conversa con ellos para pedir al Todopoderoso por la salud y la buena memoria del cantante amigo de todos. Un abrazo, apreciado amigo.
El viejo carpintero tenía sus maneras de trabajar y cobrar por sus productos terminaditos. Hacía unos cuatros sonoros y pesados. También aprovechaba las tablas de poca belleza para confeccionar puertas, camas y hasta urnas. El problema se presentaba cuando alguien entraba a llevar algún producto fiado. Don Abel, nosotros queremos llevar una urna para una comadre de mi mamá y no tenemos el dinero completo. Usted sabe, hay que preparar la mortaja, la carne mermada con yuca, el michito, el café y los cigarritos para los rezanderos y llorones madrugadores. Mañana llegan los hijos de la difunta y ellos cancelan la deuda. -No, caballeros. Yo una urna no la fio debido a que uno no sabe si entre sus familiares hay problemas de herencia y se agarran a golpes en el velorio y tumban a la finada. Después, nadie se hace responsable del caso, señores. Claro, si se tratara de un cuatrico, otro gallo cantaría. Mucha gente colabora para las fiestas.
Rafael Román Pernía ha partido. Dios lo reciba en su seno. Quedarán los recuerdos hermosos de sus conversas edificantes para no olvidarlo.
La señora Marucha pidió un bocachico frito con unas rodajas de limón en el restaurant de la esquina. Los demás comensales observaban a la pizpireta vecina frente a su manjar ribereño. -La vieja exprimió un limón sobre la espalda del bocachico y le dijo: -¡Cierra los ojitos, que esto arde!