Un compartir prenavideño con los abuelos en Palmira
25 de noviembre de 2024
Carlos Orozco Carrero
Si Silvino Bracho, extraordinario cerrador del equipo venezolano y el pitcher Gallardo de México, quienes participaron en el Clásico Mundial de Beisbol 2023, hubiesen jugado con nosotros en el Centro Latino habrían aprendido que cuando un lanzador tiene a su contrincante en 2 strikes sin bolas y 2 outs, todos sus compañeros de equipo le gritan lo que me decían a mí en una circunstancia parecida. –¡Quincalla, Carreto! –¡Surtido, Pregonero! Claro, el muchilanga Bernabé en el campocorto advertía sobre lanzarle pelotas engañosas para obligarlo a batear una ruya mansa y acabar con la entrada. Por supuesto, también me han bateado descomunales jonrones que han llegado hasta barrio Obrero por vender la pelota en esa cuenta, cariños. Gran participación de nuestra selección venezolana en este torneo internacional.
Es “El 7 Machos”, señores. Se pone uno a ver una película mexicana rodada en 1951 y estelarizada por el mejor comediante del mundo, Mario Moreno “Cantinflas”, donde llega a darle serenata a la hermosa Alma Rosa Aguirre, quien hace de figura femenina en el film dirigido por Miguel M. Delgado, gran profesional de la dirección cinematográfica y figura relevante en casi todas las películas del mimo de México y se siente uno como miembro del reparto del film. Bueno, vengo a resaltar el momento en que el protagonista se acerca a la ventana de la niña Chayo y le canta “Qué más me da”, de Cuco Sánchez. La cara de Alma Rosa, la canción y su letra, fuente de enamoramiento total y el ambiente oscuro y romántico nos lleva a lugares y tiempos tan nuestros que siempre que anuncian la transmisión del Siete Machos estoy de primero en la sala de mi casa para recordar nuestras serenatas de siempre, cariños. Tengo listo el cuatro para cuando ustedes quieran trasnochar frente a una prometedora ventana llegar y acompañarlos con algún bolero prometedor.
Jonrón, celebración y humildad frente a los encargados del arreglo del terreno del estadio en Japón nos enseña que una cultura tan arraigada como la de los amigos orientales permanecerá siempre por los tiempos eternos. El primera base de la selección nipona, Plinio Okamoto, larga un cuadrangular y cuando termina el inning y llega a cubrir al campo y se encuentra al personal en plena faena de arreglo del terreno y les ofrece unas inclinaciones y reverencias al trabajo fundamental de estos obreros respetados por todos allá. Uff…
Dice el profesor Eulogio que ganaba tantos dólares como maestro venezolano. -Ahora tengo tieeeeempo que no veo ni uno por mi carterita de cuero desteñido. -Ahí vamos, colegas.
Ese paltó es de mi entera propiedad y no me importa que al mediodía me tenga las costillas a punto de horno caliente. Y ¿Por qué aguantas tanto calor a esta hora del mediodía en La Grita? –Ah, porque es el mismo saquito que tengo a golpe de tres de la madrugada y me abriga sabroso para continuar en la pernicia nocturna, Carretico. Filosofía pura, caballeros.
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