Opinión

Repelencias

6 de mayo de 2023

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Carlos Orozco Carrero

Sigue la nueva música campesina haciéndose presente en los corredores de las casas de nuestras aldeas rurales. Es producto de la programación de algunas emisoras ubicadas en nuestra geografía fronteriza, las cuales ponen el merengue raspacanilla a cualquier hora para animar y dejar esta novedosa poesía musicalizada al gusto de los que se están sumando a la escogencia de estos ritmos contagiosos que invitan a la danza franca y sin complejos. Voy al festival campesino donde sea, cariños.

Llegó el Giro de Italia para alegría de los amantes del ciclismo mundial, Recordamos a nuestro José Rujano, quien dictó cátedra de excelente calidad profesional al lado de esos gigantes sobre estas maravillosas ciclas. En Pregonero se disfruta con más ganas de este espectáculo deportivo sensacional. Será desayunar tempranito al frente del televisor y gozar de los paisajes más bellos de Europa, señores,

Asaltaron a mi tío Melquiades en Caracas. No es algo que llame la atención de los pocos que leen estas repelencias. Lo que ocurre es que lo que le sucedió al viejo fue en sus años mozos y no había contado a nadie. Ustedes saben que es mejor guardar silencio ante situaciones donde la victima deja la oportunidad en bandeja de plata al malhechor para que haga de las suyas. Mi tío no conocía la capital de la República y lo invitaron para que dijera a sus amigos de La Grita todo lo que se dice siempre que se va de viaje por tantas tierras lejanas. El nuevo conocedor cree que es el primero que ha ido a tal sitio. Bueno, el caso es que Melquiades llegó a Caracas y al otro día se dispuso a conocer esta ciudad tan hermosa. Carros, ruido, humo y muchísima gente caminando por todos lados. Se vistió con su pantalón de kaki y camisa blanca manga larga, almidonada. En el bolsillo llevaba un peine, una estampita del Santo Cristo, un espejito y un billetico de 10 bolívares. La emoción y el descuido en su caminata lo llevaron a un pequeño callejón que se hacía entre dos edificios llenos de tizne y pipotes de basura. Sintió la punta de la navaja un poquito más abajo del costillar izquierdo y la voz del tipo que le ordenaba: – ¡Dáme lo que tengas ahí, vale! –No tengo nada, señor. Por Dios santo que no tenga nada. Claro, el asaltante le vio el billetico en el bolsillo y le arrancó la tela de la camisa. Al piso fueron a parar el espejito, el peine y la estampita religiosa. También el billetico, señores. El tipo se agachó rápidamente e intento agarrar el dinero para salir corriendo, mientras mi tio Melquiades aprovechó para quitarse un alpargate de caucho que estaba estrenando en Caracas y se lo arrequintó contra un cachete al desalmado personaje. Sonó como un disparo el certero golpe y la cabeza del agresor fue a dar contra el filo de la acera y ahí quedó, impávido y blanqueando los ojos antes de soltar el ultimo suspiro. Nunca había corrido tanto el hombre montañero para huir del lugar de los acontecimientos. En el informe que hicieron las autoridades en el levantamiento del cadáver quedó establecido que el occiso había sufrido un atropellamiento por un carro de doble tracción debido a que tenía en su mejilla la marca del caucho del vehículo que lo golpeó contra la acera, Buej…

 

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