Carlos Orozco Carrero
La Vinotinto sigue intentándolo para llegar al Mundial que se aproxima a pasos enormes. Vamos buscando resultados y puntos para el 2026, mientras nuestros competidores se esculcan los bolsillos entre ellos. Se sufre, pero también se digieren las jugadas de nuestros protagonistas admirados por todos en plena acción futbolística. Voy a los míos todavía.
No es lo mismo huracán que ventisquero, señores. Ya vimos el desastre que produjo el tal Mílton en las poblaciones del este estadounidense. Yo logré ver un enorme soplo del Dios del viento cerca de lo que ahora llaman Chururú, vía al llano. El remolino arrancó como paso de borracho disimulado por toda la cuenca baja del rio Uribante. Cerca de Los Naranjos, chocó contra unos promontorios de tierra arenosa y regresó con más fuerza para pasar por arriba de San Josesito sin tocar terreno alguno. Parece que le gustaba la frescura del agua del rio Torbes porque llegando a Táriba arrancó algunos chupapiedra y golositas mansas del cauce rojo. Enfiló por Las Vegas, pero cerca de Cordero había caído un barranco y ahí se detuvo para regresar por encima de La Casa del Padre y entromparle a los vientos cálidos que producen las llanuras de La Fría y Coloncito. Intentó buscar Seboruco para alborotar unas latas de cinc y buscar el cruce de La Quinta, vía el Cobre. Ahí mismo se quedó dando vueltas lentas, como una moneda que pierde fuerza al dejarla girar sobre una mesa. Hay que asegurar los techos de las casas con pedazos de teja y piedras pesaditas. En cada esquina una historia.
Le sonó el celular a Arbonio y era desde una oficina de seguros. –Caballero, le estamos llamando porque tenemos conocimiento que usted tiene una póliza de seguros funerario y cubre a su familia y a su suegra. -Y como por aquí notificaron el fallecimiento de la madre de su señora esposa, queremos consultarle su preferencia para ver el método que vamos a utilizar para las exequias de la finada. –Bueno, usted sabe cómo son estos momentos de dolor familiar, respondió Arbonio. El señor responsable del seguro le explicó sobre tres opciones para dejar descansar en paz a la suegra de nuestro afligido amigo. – Se puede enterrar con pompas fúnebres de categoría y de acuerdo al costo de la póliza. -También podemos hacer un trabajo exclusivo de embalsamar el cuerpo y si lo prefiere, se puede cremar para dejarles a ustedes las benditas cenizas de su señora suegra. –¿Qué decide usted, caballero? Arbonio se quedó pensando y le dijo al encargado del triste asunto: -Háganle las tres cosas para aprovechar el seguro. Por eso mi tío Melquiades le mentó la madre y lo sacó a empujones de la casa.
Está bien que a uno le guste el chisme y las charlonerías que se escuchan en cada esquina, botiquín o taller ermitaño. Porque hay que reconocer que una vida sin la sazón exquisita de un chisme arrequintado sería muy aburrida. Llego a una bodega y en la puerta están unos amigos hablando de una pareja clandestina que tenía tiempo en sus arrumacos escondidos. –Se dice que la muchacha está embarazada, comentó uno de ellos. –Dicen que la muchacha es menor de edad, respondió otro desocupado. – El tipo como que es casado y con hijos, dije yo para arrimarle leña al asunto. De inmediato, la señora de la bodega salió a la acera con una taza donde pesaba dos kilos de azúcar y preguntó, desesperada: -¿Quién, quién, quién ? –¡Cuéntenme, por vida de ustedes! El marido de la interesada se acercó con una cuchilla que utilizaba para cortar tres cuartos de kilo de queso ahumado. –Vayan dejando la joda frente a mi bodega. -No respondo si se le salen las tripas a cualquiera de ustedes, sentenció con la fatigosa en la mano.