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Inicio/Opinión/Repelencias 568

Opinión
Repelencias 568

sábado 21 junio, 2025

Carlos Orozco Carrero

Las únicas huellas de nuestro paso por el planeta Tierra caben dentro de una busaquita chiquita para escogerlas sin amontonarlas tanto, señores.  Un lienzo con un burrito campesino. Un libro sin bibliografía para no valerse de lo que otros han escrito. Una grabación de Rivera Useche. Un cuento de Juan Rulfo. Un olor a trapiche. Un joropo con El Carrao de Palmarito. Un recorrido desde Boca de Monte hasta Pregonero a las 4 de la tarde. Un prólogo de Antonio Mora. Una serenata y la luz prometedora en una ventana cercana. Lo demás queda sobrando, cariños.

Estos escurrideros también apuraron las razones para buscar tierra plana por parte de nuestros coterráneos andinos. Es bonito en tiempos de verano para bajar la Virgen a las misas de aguinaldos y los músicos suben a las aldeas para las vísperas decembrinas. Y es verdad que la lluvia hace falta para que la agricultura suelte sus frutos al viento, carretico, pero, estas invierneras nos dejan llevando leña por todos lados. Por eso aquello de “San Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol…”.  

Duelo a muerte en el ciclismo mundial. Jonás y Tadeo, frente a frente, para enterrarnos en el sillón de las emociones deportivas del próximo Tour. Sin embargo, Remco va a intentar sobarlos para sorprenderlos en su reto personal y lograr el triunfo soñado. Es el ciclismo, deporte que llevamos en el torrente descolorido ya, lo que nos mueve a rabiar hasta en bicicleta estática. Y no olvidemos lo que decía el gran “Cochise” Rodríguez: -Nadie se acuerda del segundo…

El viejo camionero comentaba que los ríos no se le meten a la gente. Las corrientes de agua buscan sus cauces naturales centenarios para deslizarse hasta los mares del mundo. Mi tío Melquiades siempre recuerda esas palabras por estas fechas de agua desbocada.

Llevaron a la marrana del ministerio al pueblo bonito para emparejarla con el puerco que habían engordado con la esperanza de sacarle cría y reproducir la raza especial que combinaban ambos chanchos. La bajaron del camión y la metieron en la cochinera de Zoilo para llevarla hasta lo alto del cerro Tierra Negra y tratar de que se enamoraran por aquellos días de tibias noches. Llamaron a un convite para que todos ayudaran a subir hasta la cochinera a la hermosa puerca. Prepararon una especie de carrucha para poder movilizarla y que se encontrara con su pretendiente en la parte más alta de la comarca. Llegando al sitio, la puerca empezó a dar muestras de estar en celo y ella misma se ayudó a entrar a la cochinera. Zoilo se quedó toda la noche vigilando los movimientos pasionales de los cochinangos para hacer referencia sobre el evento al que preguntara. –Qué va, cariños. La puerca no quiso nada con su consorte de turno y se arrimó a un rincón para dedicarse a roncar profundamente. Al amanecer, la desagradecida dama salió esmachetada de la cochinera para darse un carrerón cerro abajo y quedarse tranquilita frente a la casa de su dueño en el poblado.  –Vamos a subirla otra vez, gritaron los emocionados vecinos, quienes veían un negocio con los futuros lechones que repartirían entre los que colaboraran. Encaramaron a la puerca en la carrucha y a empujar se ha dicho. Se repitió la situación una y otra vez. La chancha salía corriendo por el camino Real y esperaba abajo con una sonrisa de oreja a oreja de puerco. Como a los tres días, pasó por el lugar el gordo Sósimo y reconoció a la marrana. –Esa puerca no se deja preñar de ningún marrano por más bonito que esté, advirtió el gordo a los vecinos. –Yo la conozco y lo que le gusta es pasear en carrucha todos los días. En cada esquina una historia.      

Se desplazaba por Ureña con un kilo de estupefacientes oculto en su motocicleta

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