Carlos Orozco Carrero
Cada día nos regocijamos profundamente al ver a tantos niños ejecutando instrumentos orquestales en conciertos maravillosos para satisfacción de sus padres, maestros y todos los que apreciamos el valor de combinar melodías en perfecta armonía con el espíritu de los compositores universales. Es pertinente decir que nuestros niños tachirenses nos aseguran el futuro musical de esta tierra hermosa. Me emociona escuchar tanto talento en estos escenarios repletos de pentagramas lanzados al cielo por estos ángeles musicales.
En un ranchito de bahareque y latas de zinc tenían unos aparatos que habían llevado unos obreros encargados de poner el tendido eléctrico que repartiría energía por todos estos senderos de Dios después que activaran el enorme pozarangón del Uribante. Entre esos equipos tenían un microondas para calentar algunos alimentos llegado el momento. Habían dejado comida suelta en una mesita hecha de caña seca entre cuatro palos enterrados. Harina, carne seca. Pan, azúcar y otros condumios propios de estos apuros tarde de la noche. Por supuesto. No tenían luz en el ranchito y dejaron los cables listos para cuando bajaran la cuchilla y soltaran la energía eléctrica activar los equipos. Cuentan los obreros que, con el apuro de llenar el embalse, se olvidaron de la casita. Tampoco sabían que un pequeño roedor se había colado entre el barro de las paredes, atraído por el olor de la comida y reposaba, barrigón ya, detrás del equipo de microondas. Parece que las cuerdas de alta tensión atraían energía suficiente para tener en reserva el equipo calentador activado. Esa fue la explicación del ingeniero Gómez Contramaestre al ver que el gigantesco ratón estaba socavando las bases de las torres que sostenían los cables que lo alimentaban en su destrucción aterradora. Hubo que pasarle una maquina DC9 Caterpillar por encima y dejar el cadáver en una profunda fosa para que nadie se diera cuenta. El agua cubrió todo. En cada esquina una historia.
Hoy tenemos celebración musical para confundirnos en un abrazo de felicidad con nuestros amigos cumpleañeros en el bodegón del Buen Estar de La Ermita. Tendremos chicharrones gorditos y tostados, pipas de maní y tortas muchas para combinarlas con risas por montones. Música de cuerda y las canciones más bonitas cantadas por nuestro artista Miguel Ángel Servitá bajo los aplausos de todos. Dios nos acompañe, cariños.
Mil millones de dólares reparte la FIFA en este Campeonato Mundial de Clubes. ¿Cuántos seres humanos comerían proteína con este dinerillo? Si yo hubiese aguantado valientemente aquel balonazo pateado por el profesor Rafael Parada en unos Inter Cursos del liceo Francisco de Borja y Mora en Pregonero, seguramente estuviera disfrutando de fama y dólares por bultos. Me pusieron una peseta de dos bolívares en la frente para que no botara tanta sangre por la nariz y allí se truncó mi carrea como futbolista de categoría. Lo que recuerdo con exactitud fue que ganamos ese juego 1 a 0 porque el balón entró en el arco, cariños. Apenas lograba escuchar que alguien decía. -No le digan nada a Doña Araceli, muchachos.