Opinión
Repelencias 576
sábado 16 agosto, 2025
Carlos Orozco Carrero
Lo que todos esperábamos llegó algo tarde, señores. Jen Pawol, primera ompayita femenina en Las Grandes Ligas, se puso los aperos en días pasados para dirigir un juego entre Bravos y Marlins y lo hizo de la mejor manera, aceptable y aplaudida por los espectadores que tuvieron la suerte de ser testigos de tan histórico momento en el mejor béisbol del mundo. Ahora será muy distinto el reclamo grosero de los manager y peloteros a la hora que la señora Jen cante una bola pegada y trompicona en el último inning de un juego de Serie Mundial, cariños. Mi tía Pulquería está contenta con la incorporación de las mujeres al deporte que le encanta desde que vendía heladitos en el campo deportivo de Pregonero.
No sobró un potecido de pintura para ofrecerle una pasadita de amor al frontis del viejo y señorial cine Gandica de La Grita. Ahora la edificación histórica del teatro antiguo parece la cara derrotada de un viejo decrépito ante el paso maligno del tiempo. Hoy es el momento para actuar y no esperar el paso de los días para lagrimear como se hace después del ojo afuera. No olvidemos lo que ocurrió con el valioso Seminario Kermaria. Perdonen el fastidio de este chácaro romántico.
Nadie sabe por qué Melitón encaramó a Venancio en esas sillas voladoras que pusieron en el complejo ferial. Y es hasta desagradable contar esta situación que sacó esmachetada a la muchedumbre que disfrutaba esa tarde de agosto en el pueblo rumbón. Ya nuestro amigo venía del festival campesino, cargado de una combinación explosiva de alcohol que solo los valientes resisten. Y hay que celebrar las fiestas, señores. Una buena cosecha ofrece billete sabroso para brindar a los remolones de siempre. Los gritos de los vecinos que esperaban turno en la máquina que empujaba las sillas que se elevaban en cada ronda llamaron la atención de todos. Una señora se limpió la cara y sacó un madrazo a todo pulmón. Venancio no pudo controlar su estómago y todos llevaron un pringue del desayuno que comió en el mercado junto a Melitón. La velocidad y altura de la silla determinaron el alcance hasta la avenida. -Esto intolerable, comentó el viejo Melquiades, pegado al kiosko de siempre. En cada esquina una historia.
Cuando a uno le sabe a gloria el primer trago de clarinete repujado, empujado guargüero abajo, se puede asegurar que la conversa va a ser larga entre los amigos de siempre y tal cual escucha que se acerca a averiguar de qué se está hablando y porqué tanta risa en ese angosto zaguán. Me gusta ver caravanas y celebraciones de las graduaciones por estos días de agosto festivo. La bajada de la Virgen del Carmen, patrona de los choferes en Pregonero, también lleva las cornetas de los camiones a todo resoplido bajo la dirección del amigo Patricio con su grúa colorida y rompiendo desfiles todos los años. Caravanas con las reinas, músicos y lanzadores de caramelos en El Cobre, Queniquea, Seboruco y La Grita por estos días de festividades campesinas. –Qué siga la pernicia, carajo. –¡¡Qué miche bravo, Ramón Alí ¡!