La comadrona colocó al niño en su cunita. Arropadito y listo para emprender viaje por este universo maravilloso y lleno de vida. –Qué lindo el niño, Araceli. Era el comentario de amigas y vecinos del lugar. Ya la madre tenía dos hembritas en casa. Olida y Lola. Faltaba el varoncito y Dios la premió, dejándoselo esa mañana del 11 de mayo del año 1955 en aquel cuarto de la casita en Pregonero, que ya empezaba a despedir el olor al mejor calentadito del mundo. El Todopoderoso tenga en la gloria a Araceli y a Benedicto por ser mis padres tal día como hoy.
Cosme dice que habilitaría un pasadizo especial, con hidratación y sombra para que el venezolano declare y pague impuestos sobre lo que trae de los países vecinos.-¿Peso o cantidad? Serían las opciones para cancelar ese tributo que estaría dedicado solo a hospitales y escuelas en el Estado Táchira. Claro, el que traiga 30 repollos decide pagar por el peso del vegetal. Ahora el que va a pasar 4 baterías para carro cancela por cantidades. –Ese viejo está medio loco, dice mi tía Pulqueria. –No, lo que quiere es que la República reciba algo de lo que cobran en las trochas, dice Melquiades.
El gol 600 de Messi fue un tiro libre desde una distancia considerable. Es algo reconfortante ver estas maravillas desarrolladas con los pies en perfecta combinación con el cerebro. Buena gente ese pibe.
Los zapatos de los amigos jubilados ya se parecen a los que utilizan los esquimales. Se van agrandando por los lados debido a tanto remonte. Yo tengo un par que hasta tienen su vulcanizada doble ya. También tenemos los famosos lentes patasola. Van soltando los tornillitos y a veces se caen de la pata al lado del vidrio. No es raro ver patas de lentes de varios colores en cada mesita de la casa. Y lo que falta, camaradas.
El jarro de pipas moradas me pasó zumbando cerca de la cara. Un ´proyectil lanzado sin mala intención, pero con un “piquete negao” para que en el retruque agarrara de refiloncito siquiera una pierna de mi tía, salió de la mano de mi tío. Y es que Melquiades se cansó de esa evasión permanente que tiene Pulqueria con los malditos audífonos pegados al celular que le regaló el hijo que está en Indonesia. – Se la pasa silbando por toda la casa y no responde cuando le hablo. Parece zombie. Y lo que más me molesta, carretico, es que silba unas melodías horribles. Un día de estos, sobrino. Un día de estos…
La estación de servicio que dedicaron a los maestros estaba trabajando de maravilla. Los docentes tachirenses muy agradecidos con los responsables de esta medida caritativa. Todo marchaba al compás de la dicha y el amor, como dijo el tercio aquel. Ahora es casi igual o peor que una bomba particular. Un ruego a los que tienen que ver con la función control de esa administración para que regrese la paz al sitio en la avenida Libertador.
Carlos Orozco Carrero