Opinión

Respuesta a Carlos Casanova

1 de noviembre de 2020

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Rafael Quiroz Serrano


Estimado y apreciado Carlos; leí tu Artículo de Hoy sábado, «El segundo viraje», publicado en «La Nación» de San Cristóbal, como todos los que me envías semanalmente, y debo decirte con toda franqueza que te encuentro muy liberal, como casi todos los políticos y economistas q en estos momentos hacen vida pública en nuestro país.

Pero en tu caso particular, como también en otros casos, no deja de preocuparme el hecho de que tú vienes -igual que yo- de las fuentes ideológicas originarias de la Social-Democracia venezolana. Aunque tanto tú como yo, ya no militemos en AD, seguimos siendo socialdemócratas, pues se renuncia a un partido, pero nO a una ideología. Por lo menos, entiendo que ese es también tu caso.

Plantear un Gran Viraje, así como así, sin tomar en cuenta su contenido social, sigue siendo un error, y un error sustancial, yo diría fundamental, que fue lo que sucedió con CAP II. Los tecnócratas neoliberales que acompañaron a CAP en aquella época (1989-1993), menospreciaron los resultados sociales que podría traer el fulano «Paquete Económico», repleto de meros ajustes macro-económicos pero con altos costos y sacrificios en lo social. Y ese fue su gran error, error clave e histórico, que mucho contribuyó en su defenestración.

Ningún modelo económico, por muy bien definido, estructurado y conceptual que este sea desde las Ciencias Económicas, será fecundo sino trae beneficios sustanciales y concretos que arropen a las grandes mayorías, por lo general desfavorecidas, de la nación. Y esto es así de inexorable, nos guste o no nos guste aceptarlo a los políticos o economistas, por no querer correr el «riesgo» de que se nos tilde de «comunistas» -por parte de algunos simplistas y perezosos intelectuales del pensamiento-; que por lo demás quieren colocar, y acorralar tambiénal inmenso mundo de las ideologías entre dos únicas visiones: capitalistas y comunistas, como si entre esos dos polos no existieran múltiples y variados matices de conceptos, categorías, códigos, variables y ecuaciones dónde ubicarnos quienes NO comulgamos con esas sosas y desabridas contraposiciones.

No podemos hacerle el juego a la mediocridad ideológica, porque sino todo estará perdido; por consiguiente, no podemos aceptar la «ejecución» o el Fin de las ideologías, como algunos pretenden decretar.

Pongamos atención en lo sucedido en Chile, por solo citar un caso; país que creyó navegar en los océanos del mundo desarrollado y era el «ejemplo» fiel y patético del liberalismo en América Latina; los liberales lo mostraban al mundo como una especie de «Trofeo» y un ejemplo a seguir por todos los países del hemisferio. Y qué pasó con ese «Gran viraje», engendrado por cierto por los «Chicago’sboys» durante la dictadura de Pinochet, cuáles fueron sus resultados al final del día…? Simplemente, escondieron la basura (problemas sociales) debajo de la alfombra, y cuando los niños de la casa «jugando al escondite» se les ocurrió levantar la alfombra, se encontraron con que toda la basura acumulada, durante décadas de «reinado» liberal, estaba allí. Bien lo dijo el mismo presidente chileno Sebastián Piñera, ya hace exactamente un año cuando se iniciaron los acontecimientos que siguen estremeciendo al país austral de Gabriela Mistral y Pablo Neruda, a manera de colofón en una de sus primeras intervenciones: «Nuestro error fue habernos olvidado de los pobres». Eso fue lo más sustancial que dijo, no tenía más nada que agregar. En una estupenda frase, que resume -en sumo sumo- toda la tragedia chilena, que aún sigue ocasionando estragos en las principales ciudades del país sureño, Piñera haciendo votos de constricción y para su propio despecho, soltó al mundo tan lapidaria frase, digna de ser escrita a manera de epitafio en la tumba del pensamiento neo-liberal.

Los socialdemócratas venezolanos, y también los latinoamericanos, debemos de ser muy cuidadosos a la hora de plantear la participación del capital (y sector) privado en la reconstrucción del país. No se trata de hacer caída y mesa limpia, como dicen por ahí, ni mucho menos se trata de hacer fiestas patronales porque el pensamiento liberal reinará a solas para siempre, sin tener en cuenta lo SOCIAL (palabra que -por cierto- no mencionas ni una vez en tú artículo, espero que eso sea solo casualidad). Lo social es el epicentro y el meridiano de la lucha política; sin lo social los avatares de la política diaria no tendrían razón de ser. Esto es clave en la reconstrucción de la Nación aún en ciernes: la deuda social. Si esto no lo tenemos claro, sumamente claro, aún no hemos aprendido la lección de 22 años trágicos y sangrientos que hemos vivido y padecido los venezolanos; pero tampoco nos habremos visto en el espejo de Chile, aquel país que creyó haber llegado a «ser copia fiel del edén», como metafóricamente reza su himno nacional. Ahí está hoy todo el estamento político chileno dando brincos, y haciendo malabarismos, a ver cómo enmiendan la actual Constitución o cómo convocan a una Asamblea Constituyente para que diseñe una nueva; simplemente, tanto a militares como a civiles se les olvidó colocar el condimento de lo SOCIAL en el desabrido e insípido plato que es la Carta Magna chilena.

Mucho cuidado Carlos, y con esto cierro mis comentarios a tu -sin duda alguna- interesante artículo de hoy. No podemos caer ideológicamente en terrenos baldíos, pues las desviaciones ideológicas a veces llegan en silencio, en el más profundo conticinio de la noche, sin que nadie las esté llamando; y he allí su peligrosidad. Se trata de interpretar, estudiar y analizar la realidad SOCIAL, económica y política de nuestro medio, circunstancias y universo, sin plegarnos a dogmas, mitos y pensamientos nada ciertos, contaminados originalmente desde sus laboratorios donde han sido diseñados, para luego sernos enviados e importados como enlatados desde otros mundos, ajenos a nuestra realidad de pueblo, y ser de Nación.

Carlos, reciba un fuerte y fraternal abrazo de su amigo y paisano de siempre.

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