Opinión

¡Salvemos el Hotel “La Montaña” de La Grita!

6 de abril de 2018

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“Debemos terminar, en todo el país, las obras grandes y pequeñas que hayamos iniciado por parte del Estado, porque es nuestra obligación concluirlas totalmente”.
Nicolás Maduro Moros, presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

Es indudable que entre tantas responsabilidades que tiene el Estado venezolano y mucho más cuando ha sido atacado por todos los frentes de una manera inmisericorde, en tiempos de revolución, se descuiden ciertos compromisos contraídos en el interior del país.
Hemos insistido, por esta vía y a través de varios medios de comunicación, sobre la situación que atraviesa una infraestructura hotelera construida al finalizar la década de los sesenta, en el sector Campo Alegre de La Grita, estado Táchira.
La obra, que es un ícono del arquitecto Fruto Vivas, fue encomendada por un grupo de paisanos andinos, emprendedores, quienes visualizaron el potencial turístico de la región y unieron esfuerzos para que en una sociedad se reunieran los recursos y se construyera un hotel.
Enclavado en uno de los parajes más bellos de la “Atenas del Táchira”, vía Las Porqueras, en los linderos entre los estados Táchira y Mérida, se levantó la infraestructura con un núcleo central para el restaurant-comedor, su sala de esparcimiento y juegos, además de varias cabañas a su alrededor, con caminerías para paseos a caballo y un hermoso bosque de pinos.
Al paso del tiempo, luego de varias administraciones exitosas, como la de una ilustre pareja italiana (Sra. Lía), quien se dedicó por largos años al cuido del hotel, el mismo pasó de mano en mano, hasta que un socio mayoritario decidió vender la mayoría de sus acciones a la alcaldía del municipio Jáuregui.
Si bien el Ayuntamiento no disponía de la cantidad de dinero para la compra del hotel, las diligencias se hicieron a través de una desaparecida corporación del Estado venezolano (la CVF), y esta aportó un capital para la negociación por Bs. 16.000.000.000 (millardos de bolívares de los viejos).
Como era de esperarse – a pesar de que la intención era ponerlo a producir y hacer del mismo un proyecto para un Hotel Escuela de Turismo-, su misión no se cumplió. La Alcaldía lo cedió a varias administraciones, quienes no dieron pie con bola y la bella infraestructura comenzó a deteriorarse.
Los hijos de La Grita y las personas quienes de una u otra forma conocemos el hotel (en nuestro caso, desde niños y de luna de miel), sentimos una honda preocupación por su destino y deterioro, elevando en varias oportunidades al Estado venezolano una solicitud de apoyo para salvar la obra de Fruto Vivas.
Sabemos que la alcaldía de Jáuregui ha pasado de mano en mano (chavistas y oposición), pero no han tenido la capacidad para administrar el Hotel “La Montaña”, cosa que además no está dentro de las funciones específicas de un ente gestor como el municipio.
Es por ello que nuevamente, conocedores que el Ayuntamiento de Jáuregui está en manos de revolucionarios y afines al Gobierno del presidente Maduro, invocamos la participación directa del Ministerio del Poder Popular para el Turismo, para que asuma un compromiso y podamos salvar el importante hotel diseñado por Fruto Vivas.
Ahora que el presidente Maduro ha manifestado su preocupación por terminar las obras inconclusas del Estado y apoyar otras que pudieran ser productivas para los venezolanos, es hora de actuar.
Pensamos que esta obra que compró el Gobierno a través de una Corporación (antigua CVF) y pasó a manos privadas en La Grita, debiera ser rescatada como un Hotel Escuela, para apuntalar el turismo en toda la región andina.
Su fin y objetivo están incluidos en su propósito original de gente emprendedora de la ciudad andina, quienes vieron en el turismo una tabla de salvación y una gran oportunidad para la región, además de su potencial agrícola y campo para la educación.
Exigimos, y lo reiteramos una vez más, que el Hotel “La Montaña” de La Grita, de una vez por todas debe ser rescatado por el Estado – su legítimo propietario–, sabemos que con poca inversión puede ser restaurado.
En primer lugar, por ser una obra emblemática del ilustre hijo de la aldea Guacharaca del municipio Jáuregui, el arquitecto Fruto Vivas, y en segundo lugar, por su belleza natural, que lo pudiera vincular directamente al campo de la enseñanza del turismo en los Andes venezolanos.
Quedan algunos pequeños escollos por solventar; sobre todo el de un grupo minoritario de accionistas, quienes también merecen atención por haber contribuido en su inversión inicial. Estos venezolanos fueron excluidos de la negociación entre la Alcaldía y el accionista privado, quien vendió la infraestructura, al ser legalmente poseedor de la mayoría de las acciones.
Hoy nuevamente insistimos en la oportunidad que tiene el Estado de recuperar una gran obra que fue financiada a una alcaldía del Táchira, quien no ha pagado el total de su deuda.
Sabemos que no ha dado pie con bola al tener en su manos una de las infraestructuras hoteleras más bellas de los Andes y, además, para hacer de ella una ventana para la enseñanza del turismo en el occidente venezolano, a través de la Universidad Nacional del Turismo o de otras casas de estudio de la República Bolivariana de Venezuela.
¡Amanecerá y veremos! (Marco Tulio Arellano)

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