Opinión

San Cristóbal, 461 años: tan vieja como el rumor de los sueños

30 de marzo de 2022

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Néstor Melani-Orozco


Hay una tierra del alma, comarca de encantos, donde cerros de esmeraldas visten el azul y de la niebla una romera de esperanzas más inmensa que la puerta de Dios.
Es San Cristóbal bendito de Villaquirán con sus albas de torres cristianas, góticas, románicas y de la santidad del viejo Crucifijo Señor del Limoncito.
Ayer la vi, y de su divinidad, desde las lejanías del camino de El Zumbador y centrada de los acordes del viento se dejaba dibujar como una flor violeta más allá del silencio.
Vino la vida y aun con cuatro centenarios, los aborígenes Machirí invocaron la Luna, hablaron de secretos descritos en las piedras y remontaron las pertenencias de las aguas, como de los árboles, en ensueños, entonces, pude ver en los imaginarios a los caballeros viniendo de Pamplona, con armaduras sefarditas, árabes, de la España muy vieja, y desde el aroma de las misiones, Juan Rodríguez Suárez cruzando las corvas de los cerros para izar en nombre de Castilla, como si Cáceres viviente, aun la medalla de don Juan de Austria y por fin Juan Maldonado Ordóñez de Villaquirán  atravesando los dardos de las flechas de los Peribecas para fundar entre el río rojo y La Bermeja, desde donde nace el Magdalena, como el círculo grabado en sus petroglifos, y  de los dioses fundar entre los sembradíos y las auyamas una comarca de solares, muros, la iglesia, la casa del panadero, y el juez de reformas con el dichoso nombre de San Cristóbal, el mismo que Maldonado mandó a hacer un fresco en el Convento de Pamplona, la nueva, y de ingenios un tiempo para hacerse grande de la ciudad de las cinco puertas…
Y desde las bisagras la puerta grande, quien concedía, San Cristóbal,  señora andina camino de los siglos.
Así la vi un día desde el Seminario de Palmira y entre sauces eternos, lejanías, sentí de amor verla hermosa y divina, mas a sus pies el río rojo, inspirador de las «Brisas del Torbes», en una carta de amor de Luis Felipe Ramón y Rivera, para decirlo en los sueños  como de una esquina de Filisco, permitiéndole a María del Carmen Ramírez recibir al poeta,  Simón Bolívar, y de banderas escuchar el estremecedor temple de los tiempos, cuando del azul eterno se remonta a las eternidades en el macizo del Tamá. Y con la flauta de Onofre Moreno Vargas hacer de la «Lira del Táchira» el manifiesto de ser capital andina de los tachirenses.
Desde el pináculo gigante de la gótica iglesia de San José, o de la oración inmensa de La Ermita de San Juan, del maestro Jesús Manrique, para volver a los versos de Hugo Murzi y entrar a las promesas de Jesús Corrales Sánchez.
Y encontrar en la Catedral románica del ilustrísimo obispo Moronta a una escayola y madera de San Sebastián, de Rafael Pino Farías …
461 años descritos en el aroma de las noches de serenatas, para dibujar a Barrio Obrero y decirle a La Concordia,  el sonido de los sueños, entre el Puente del Italiano Francés, Luis Ramozzi, y entender  a los campesinos bajando los domingos a la misa  con flores silvestres y sandalias, alpargatas de las huellas del camino.
Con la pureza literaria de su cronista, Dr. Luis Hernández, cuando «Accua Benedetta» se convirtió en el santuario del pintor Raúl Sánchez, con los mosaicos italianos, desde donde se habló de amor de Manuel Osorio Velasco, entre las frases de Pedro Pablo Paredes  junto a la guitarra de Don Luis Armas, regalándole el instrumento un día a Jesús  Soto para que viviera en París.
San Cristóbal del Salón de Lecturas, entre los versos de Ernesto Román Orozco, junto a vida y una copa de ajenjo. Con los encantos de las romerías y Pueblo Nuevo vestido del rocío.
Bendita “Ciudad de la Cordialidad», como la llamó el poeta Omar Mezza, y de su bandera del sabio Gustavo Gari Altuve, viendo pasar a «Aura de las Violetas» de Vargas Vila, entre la luz de un cirio y la grandeza de todos los recuerdos…
Cuando un ángel gigante de Juan Ferrer Roig quiere volver al cielo…
Maja y castiza. India de siglos y comarca de los testamentos de las fuentes inmensas de sus libros…
San Cristóbal, quién nos devolverá el Mural de La Guacara de Eduardo  Carrero y narrará la vida histórica en el arte de la Carabobo de Leonel Durán…
San Cristóbal de la bandera gigante de América, donde se convierte en la beatitud de los hechos al valor cultural…
Desde la espada de Rafael de Nogales Méndez, muy del testimonio de las minas con el aroma del maíz y los chorotes del mercado, entre rostros con el alma del pueblo.
Hoy volveré, San Cristóbal, la ciudad de los ríos. La del Teatro Garbiras, junto al mundo de Orlando Cárdenas. Con los sonetos de Carlos Esteban Sánchez, el médico poeta, y las narraciones líricas de Rubén Darío Becerra. De la Casa de Paramillo, en la arqueología y el ejemplo de Reina Durán. Del Museo de la hermosa Belkis Candiales.  De los paisajes de Agustín Guerrero, y del Gigante Gallegos en piedra del maestro Mogollón.
Del relieve de mármol del Liceo Simón Bolívar, donde Alejandro Postoia describió la grandeza de ser educador…
Desde la Casa Steinvorth, donde las huellas germanas hablaron de las purificaciones y «Muela E’ Gallo» llevó cada mañana al banco las monedas de los tienderos, mientras lloraba por dentro…
De sus esquinas perdidas en las dichosas luces de sus farolas y desde La Popita, bajando los ecos de muy lejanos destellos que mostraban sus siluetas en el esplendor del Catatumbo, como del Táchira, la fiesta del fútbol y de los ciclistas desafiando mundos…
San Cristóbal del decano cronista Villamizar Molina, de las promesas desde su corbatín de Rafael María Rosales.  Y como una luz, el poderoso ejemplo de sus universidades, escuelas y de cantos, porque la fiesta de sus canas son las violetas en las ventanas de las casas andinas. Y de las semillas, el abecedario con las manifestaciones…
San Cristóbal del grupo: «Raíces», esperando la declaración de ser patrimonio cultural de la patria, conjugando en el concierto de Domingo Moret para volver un día a la eternidad del  Padre Nuestro…
Felices cuatro siglos con sesenta y un años de amor…
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Artista Plástico.
Premio Internacional de Dibujo » Joan Miro»-1987, Barcelona, España.
Cronista de La Grita.
Maestro Honorario.
Doctor en Arte.
Premio Nacional del Libro-2O21.

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