Opinión

San Cristóbal, la ciudad de las diez plagas

24 de octubre de 2018

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Conocida hace unos años como la ciudad de la cordialidad, en la actualidad San Cristóbal se muestra completamente distinta. Ya la cordialidad no existe. Sus habitantes se han vuelto serios, intolerantes, malgeniados, agresivos e irrespetuosos. Los pocos turistas que visitan la ciudad, chocan con una población anteriormente cordial y ahora dominada por el estrés y el malestar que les generan todos los problemas que enfrentan. Y es que pareciera que San Cristóbal es la reminiscencia del relato bíblico sobre Egipto y las diez plagas que le azotaron, por culpa de un Faraón que cuestionó y negó la existencia de Dios, que, por supuesto, no es el caso de la capital tachirense, pues su pueblo es uno de los más creyentes y católicos del país.

Al igual que los egipcios, los sancristobalences están siendo víctimas de un castigo atroz, pero no por decisión divina, sino por culpa de un gobierno maula, incapaz, corrupto, que ha demostrado que odia a los tachirenses y que le cobra el rechazo que siempre recibe en las urnas de votación. Lo que sí asemeja al relato inmerso en el Antiguo Testamento, es el número de plagas que azotan a los habitantes de San Cristóbal, aunque no una por una como ocurrió con Egipto, sino todas juntas, al mismo tiempo.

Comencemos por la primera plaga, la Basura. Nunca antes nuestra ciudad había estado sumergida en la basura. Por donde transitemos, sean barrios, urbanizaciones, zonas comerciales o zonas industriales, la basura es el principal protagonista. Ya San Cristóbal es una ciudad pestilente, sucia, llena de moscas y zamuros. La mayoría de las aceras, terrenos desocupados e islas centrales de las avenidas están ocupados por la basura, sin que el gobierno mueva un dedo para solucionar esta problemática.

La segunda plaga, indudablemente, es el problema de la gasolina. Anuncian planes y ofrecen soluciones, pero el problema del combustible cada día es peor. De sufrir la humillación de realizar dos o tres horas de cola para surtir combustible, ya la humillación va por uno y hasta dos días de espera. Se implantó un control con la utilización de un chip vehicular, pero el problema empeoró. Ahora se anuncian incrementos de precios a niveles internacionales para evitar el contrabando, cuando sabemos el que el verdadero problema es la falta de producción y la elevada corrupción entre quienes tienen el control del combustible y la responsabilidad de que se vaya por la frontera. La víctima, como siempre, una población humillada, discriminada y maltratada por la desidia oficial.

La tercera plaga es el suministro de gas doméstico. No hay reparto hacia los hogares de un producto que debería sobrar en un país petrolero. La primera causa de protestas y cierre de vías es relacionado a la falta de gas. Pero, lamentablemente, si las amas de casa no salen a protestar impidiendo el tránsito automotor, no hay posibilidad que reciban gas doméstico. Ya se creó un círculo vicioso donde se envía el gas a las zonas que protestan o a las que caen en el chantaje de cancelar la “vacuna” exigida por los funcionarios y repartidores.

La cuarta plaga es también un enorme castigo a la población: la electricidad. El servicio eléctrico falla permanentemente en San Cristóbal. Ya ni siquiera existe un plan de racionamiento del servicio, sino que la electricidad falla cada vez que el sistema colapsa, que para desgracia de los habitantes de la villa heroica, ocurre todos los días, varias veces al día. La última vez el servicio fue suspendido casi 24 horas. Algo insoportable.

El servicio de transporte público es la quinta plaga que azota a la ciudad. Por distintos motivos, no hay suficientes unidades laborando, por lo que los usuarios se ven obligados a “encaramarse” en las llamadas “perreras”, con los riesgos que eso implica. O es eso, o es caminar hacia sus trabajos y hogares. La falta de transporte ha generado fuertes distorsiones en la cotidianidad sancristobalence, ya que todos los horarios tanto laborales como personales se han visto alterados.

La sexta plaga es lainseguridad que reina en la ciudad. San Cristóbal está tomada por la delincuencia, que actúa a sus anchas, sin que los cuerpos de seguridad hagan algo para evitarlo. Celulares, carteras, víveres, baterías de carros, cauchos, repuestos, etc., son robados a diario. Viviendas, empresas o cualquier local son asaltados con total descaro y sin ningún tipo de contemplación. Algo intolerable que puede desencadenar una anarquía si las autoridades mantienen su actitud de indiferencia y los habitantes se ven obligados a autodefenderse de los delincuentes.

La séptima plaga es el suministro de agua, que a pesar de ser un líquido vital para el ser humano, no llega con regularidad. Varios sectores de la ciudad pasan días y semanas sin recibir agua por parte de la empresa oficial. La falta de agua significa insalubridad, problemas para alimentarse y riesgos sanitarios

La salud representa la octava plaga que azota a los habitantes de San Cristóbal. Hay que rogar a Dios no enfermarse, ya que no existen posibilidades de ser atendidos en los centros hospitalarios y ambulatorios existentes. Ni siquiera llevando los medicamentos e insumos médicos garantizamos algún tipo de atención. Hoy día la deserción laboral, ya sean médicos, enfermeras o empleados, llega al 80 % en la salud pública, por lo que al llegar a un centro de salud no hay personal disponible para brindar cualquier tipo de asistencia.

La novena plaga es la vialidad y señalización. La mayoría de las calles y avenidas se encuentran deterioradas, llenas de huecos, sin señales de tránsito, con los semáforos en mal estado, como si San Cristóbal fuese una ciudad en estado de guerra. Ya es normal encontrarse a lo largo y ancho de la ciudad gran cantidad de vehículos accidentados, con cauchos estallados o el tren de rodaje afectado por haber caído en uno de los grandes huecos (léase troneras) que están en la mayoría de las vías. Por supuesto, la municipalidad no va a responder por los daños ocasionados a los vehículos, a pesar de que la culpa es suya debido a su inoperancia.

Como décima plaga nos encontramos con la inflación. La inflación existente pulverizó completamente los ingresos de los trabajadores. Todos los servicios de cualquier tipo han alcanzado precios impagables. Es imposible un rato de esparcimiento familiar, ya que los costos de los cines, restaurantes, pizzerías, fuentes de soda, locales de comida rápida, etc., son imposibles de cubrir por el ciudadano común. Ya ni los pastelitos andinos (de fama nacional), la chicha o el masato están al alcance. Igualmente los precios alcanzados por los víveres, bebidas, repuestos, zapatos, ropa y cualquier tipo de mercancía son demasiado elevados. Los últimos estudios realizados ubican a San Cristóbal como la ciudad de mayor inflación en el país.

Con estas diez plagas azotando a San Cristóbal, es imposible que la ciudad sea agradable y sus habitantes mantengan esa actitud cordial que los caracterizaba. Hay que acabar estas plagas, y eso se logrará el día que saquemos este régimen y cambiemos el sistema económico. El día en que todos juntos busquemos una salida a tanta opresión, como lo hizo Moisés, ese día las plagas cesarán.( Ruth Useche)*

Coordinadora de Comunicación

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