Opinión

Se acabaron las excusas para aprender

5 de septiembre de 2021

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Francisco Corsica

La red da para todo. Es en serio: ocio, trámites, trabajo… Su abanico de usos es prácticamente infinito. Dentro de ellas, cabe destacar la educación. ¿Quién no ha buscado alguna vez aunque sea una palabra en Google? Tutoriales, aplicaciones, libros electrónicos y así sucesivamente. Sería imposible abarcar todas las nuevas alternativas de aprendizaje en un solo párrafo e incluso a lo largo de lo que queda de artículo. Lo cierto es que ahí están, al alcance de los usuarios.

Para cualquiera interesado por aprender, su teléfono inteligente debe contar por lo menos con un buen buscador. El que mencioné en el párrafo anterior es suficiente. Y esto lo digo colocando el medidor bastante bajito. En realidad, se requieren más aplicaciones y funciones. Un peligro acechante para esta tarea es la enorme posibilidad de distraerse con otras cosas mientras se hace uso del equipo.

Ya lo decía una vez un profesor de mi universidad, “ustedes poseen la inmensa fortuna de tener a su disposición la biblioteca más grande del mundo y les cabe en la palma de sus manos”. Eso es verdad. De hecho, parece sugerir con cierta añoranza que la mayoría de quienes no vivieron en su juventud la era digital, darían lo que fuera por haber disfrutado facilidades de esa índole en aquellos tiempos.

Quien haya podido navegar lo suficiente, se habrá percatado hace tiempo que abundan vídeos con personas explicando todo tipo de tópicos. Gratuitos, cortos y prácticos. Se acabaron las excusas para aprender. La tecnología logró lo que no han podido las mentes más ilustradas de la historia, los gobiernos más igualitarios del planeta ni la labor social más altruista: democratizar el conocimiento. Solamente hace falta un dispositivo conectado a internet. Más nada. A partir de entonces, instruirse correrá por cuenta de cada quien.

Sobre lo que hemos conversado hasta ahora, para muestra un botón. El carabobeño Víctor Manuel Rodríguez recientemente comenzó a utilizar la red social TikTok para compartir todos sus conocimientos sobre la agricultura. Se ha vuelto popular en la aplicación a través de sus sencillos tutoriales para cosechar plantas de todo tipo y no por los habituales vídeos cómicos que sus usuarios suelen colocar. Iniciando con su singular saludo “hola, amistades”, ya consiguió casi un millón de visitas en una publicación donde muestra cómo sembrar pimentón.

Observen el esquema revolucionario que esto plantea. A estos asuntos hay que prestarles especial atención porque en ellos se encuentra parte de la clave para entender la modernidad. Estamos hablando que no es necesario buscar voluminosos y pesados libros en una biblioteca ni entablar una conversación directa con un experto para aprender aunque sea lo básico sobre un oficio. Es más, dependiendo de la conexión, posiblemente ni siquiera haga falta levantarse de la cama. Conocimiento acompañado de comodidad y facilidad. Para esto último existe la tecnología.

Así las cosas, aquellos que sigan este tipo de vídeos tendrán las herramientas básicas para emprender cualquier labor que se propongan. Qué interesante que las explicaciones del tiktoker siempre van más allá del mundo de los cultivos: deja en evidencia la vida honrada y tranquila del campo. Para quitarse el sombrero. Siempre será menos estresante revisar las plantas y cuidarlas de las plagas que el ruido y ajetreo permanentes de cualquier metrópoli.

Iniciativas así le caen a la humanidad como anillo al dedo. No solamente por los tutoriales. Se trata de reivindicar el noble y autosuficiente oficio de la agricultura. Creo que si bien debemos aprovechar las bondades de las nuevas tecnologías y apostar al desarrollo industrial y comercial, no podemos darnos el lujo de abandonar el campo. De allí se obtienen las materias primas básicas e indispensables para satisfacer las necesidades humanas.

Como alguna vez dijo Renny Ottolina en la década de los 70, «Propongo, como meta específica a 20 años, que Venezuela sea un país eminentemente agrícola, por la sencilla razón de que si no, nos moriremos de hambre». Casi medio siglo después, sus elocuentes palabras no han perdido vigencia en una sola de sus letras. Retomar plenamente la producción de nuestros alimentos constituye una tarea fundamental para alcanzar definitivamente el desarrollo económico. Quizá muchos de nosotros debamos comenzar a mirar este tipo de contenidos e iniciar un cultivo.

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