Néstor Melani Orozco
Siempre con su chaleco de estudiante y su gorra vasca, la corbata negra como la virtud de un personaje de la Francia de los idearios de Rousseau. Desde el valeroso pensador hasta la noble voluntad de ser un verdadero educador. Venía de crear la Universidad Popular, donde asistían obreros, mecánicos, amas de casa y labradores a aprender cultura… más la métrica preceptora de una escuela de Normalistas en el Colegio de niñas humildes del Santa Rosa de Lima… Habló la memoria del viejo Fidel Orozco, cuando la calle poseía los secretos de la Compañía de la Electricidad y bajo los sonidos de los rituales de las iglesias con mantos morados de aquella semana santa, donde se elevaban oraciones a un sagrado crucifijo muy antiguo. Como herencia de una historia perpetua. Así le vi con su boina y tan parecido a mi tío Fabio German, el hijo de mi abuelo Dionisio de los Orozco antiguo de la preciosa ciudad de La Grita. De estas edades de la Primogénita, entre presencias y lágrimas.
El maestro lo dijo en aquella casona de muebles artesanos barrocos, y del testimonio de sus hermanas y de un patio colonial, entre un espejo muy grande… donde a través del cristal se podía ver la imagen de un anciano; casi con la faz a August Rodin, como un abate francés, quién era Don Manuel Orozco, el alarife constructor del colegio Seminario de Mons. Jáuregui. Padre del ilustre institutor… Y, más allá del escritorio aún se conservaba la copia de la carta del profesor dirigida al presidente del Congreso Nacional donde hacía la solicitud de pedir al presidente del Perú, general y Dr. Manuel J. Odria, de conceder el traslado de los restos del Sabio Simón Rodríguez al Panteón Nacional en Caracas, tiempos de la rebelión de Arequipa. Donde en Lima reposaban los huesos del insigne maestro de Simón Bolívar.
…Acto que desde las memorias treinta y cinco años después, una noche en la Academia de la Historia del Táchira lo recordó el Dr. Aurelio Ferrero Tamayo, quién para ese 1953 era presidente del Congreso Nacional de Venezuela. A través de este valor humano de Don Fidel Orozco, el general Marcos Pérez Jiménez solicitó el traslado desde el camposanto de Amotape, desde la capital de los originarios incas y la orden del mandatario peruano de los restos mortorios del padre de la Pedagogía Moderna de América… Y un 28 de febrero de 1954, a los cien años de su muerte y a un año de lo solicitado por el profesor Orozco, llegaron a la eternidad del Panteón Nacional. Y entre los hechos notables, el General de Michelena en abril presentó un solemne acto al testimonio del sabio testigo cuando el Libertador juró en Roma la independencia de la patria. Se hicieron los honores al «Sócrates de Caracas» en el santuario de la Santísima Trinidad en la ciudad de la independencia de América. Los años pasaron. Lloraron los recuerdos; el viejo maestro de La Grita fue tratado de «loco» por los inconscientes y desde prelados y políticos, lo declararon enemigo.
…El insigne educador se aisló en Bucaramanga, Colombia, y allí realizó un manifiesto filosófico, dictando cátedras en Pamplona, Medellín, Cartagena y Bogotá. Venia de ser secretario de Luis Beltrán Prieto Figueroa cuando se creó el Magisterio venezolano. Errante; pero sabio. Desde su escuela y la interesante petición al Congreso por la defensa del mérito de Simón Rodríguez… La Grita sin deberes y sin idearios, nunca supo de aquella carta. El maestro Fidel Orozco trabajó anciano y entre su magisterio verdadero invocó los valores morales, mientras escribía «El Texto Manuela» «La Campaña Admirable» y guardaba «La Psicología para los Adolescentes» más dictaba lecciones a los normalistas y a los jóvenes universitarios. E izaba las memorias en su hermenéutica… Falleció en Caracas. Y sus hijos vinieron y vendieron la casona de la calle del transformador. Y el desdichado nuevo dueño del inmueble mandó a botar su biblioteca, sus archivos y hasta la copia de la carta en defensa del maestro de Bolívar. Fue un llanto de las golondrinas en los atardeceres y solo los muchachos estudiantes guardaron su memoria al catedrático binacional. Mentor de dos naciones. Con los cambios de La Grita… Un día, Macario Sandoval se convirtió en alcalde y en su voluntad de verdadero cultor creo la «Escuela de Artes y Oficios Don Fidel Orozco» para rendir tributo al personaje de las letras, al pedagogo y al único que solicitó la memoria de devolvernos a Simón Rodríguez a su patria venezolana. Ahora el ilustrado señor de la independencia en su sarcógrafo junto a la gloria de los libertadores… Han pasado setenta y un años de la carta expresada por los idearios de la verdadera historia bolivariana. Voz eterna de la otra ciudad que fue «Circasia de los Andes». Entre un adiós verdadero. Para un despertar de cada recuerdo.
*Artista Nacional. *Cronista de La Grita. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte. *Premio Internacional de Dibujo Joan Miró 1986. Barcelona. España. *Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de Nueva York 1997. *Premio Nacional del Libro 2019. *Honrado con un Salón en su honor en la Gobernación del Táchira 2022.