Opinión

Sin organización no hay salida

11 de enero de 2020

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Comenzamos este año 2020 en el mismo punto de todos los años, debatiendo cuál ruta tomar para lograr la salida. Lo cierto es que repetiremos nuevamente nuestro mantra, sin organización de base no existe fórmula de ninguna salida. Y es precisamente lo que no se ha construido.


Carlos Casanova

La convocatoria al voluntarismo es el gen del fracaso, toda vez que sin objetivos cualquier acción que se desarrolle no pasará de ser eso. La organización para la acción es el soporte de la estrategia en el logro de objetivos; cuando se cumplen los objetivos y cuando el gobierno retrocede en alguna postura, la rectifica, es cuando podemos decir se cumplió el objetivo, salvo que otro objetivo sea visibilizar una realidad que estaba oculta, como sucedió con la violación de derechos humanos.

“Todas las opciones están sobre la mesa”, dijo Güaidó en su oportunidad, el año pasado; lo cierto es que ninguna se concretó. Ni la injerencia humanitaria, ni la intervención militar, tipo invasión, ni la intervención quirúrgica tipo objetivos precisos; ni se produjo el resquebrajamiento militar anunciado, ni el resquebrajamiento de sectores del Gobierno que lo debiliten, no se fracturó el régimen, no se produjo el cese de la usurpación, ni el gobierno de transición; el diálogo de Noruega y Barbados no condujo ni a elecciones, ni a condiciones para convocarlas, ni a la elección de un nuevo CNE imparcial. Total, solamente en el imaginario colectivo estaba la posibilidad de la salida violenta, militar o pacífica, ninguna se dio.

¿Cuál es la razón? No existe organización que soporte y sostenga una presión de calle sostenida, en el cumplimiento de objetivos. No es en vano el eslogan que señala “los derechos se conquistan en la calle”, es una realidad histórica, si no hay organización no se puede lograr.

El año pasado la sociedad se dividió entre los que consideraban que la salida era de una forma u otra; lo cierto es que ninguna es posible sin organización.

Organizarse para la acción desde la no violencia; esto es vital; la revolución cultural nos está cambiando la manera de ser y de vivir, por costumbres hegemónicas de pobreza a la que nos estamos acostumbrando. Si este espacio lo gana, habremos perdido, es una lucha que se libra en cada persona, en su pensamiento y en sus hábitos.

Este nivel de lucha política debe ser considerado como un objetivo territorial trascendente, en razón de que desde ahí se cumpliría el propósito organizacional de todos los espacios para la lucha sostenida, diaria, para el cumplimento ahí sí de la salida que se proponga, y lograr sus progresivos objetivos, hasta alcanzar el último, la salida.

Este 2020 está marcado por la repetición del ciclo interminable de argumentos frente a la situación de Venezuela. El secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, aboga “por una solución negociada a la crisis, negociación ‘que podría’ conducir a unas elecciones libres sin Maduro”.

Bueno, y es aquí donde el régimen les impone a los partidos la barrera del tiempo; se requiere de tiempo para organizar elecciones libres, depurar el REP, garantizar las auditorías con veeduría real independiente internacional, depurar el Plan República, como un acto civil y no militar, no existe nueva ley electoral que elimine el voto lista, causa de los males del parlamento; eliminar la participación de los grupos terroristas en los centros de votación, ¿Cómo quedan los venezolanos en el exilio? Y tiempo es lo que no hay para cuando fijen la fecha. Por tanto, desde ya no existen garantías de elecciones libres.

Pero el ciudadano quiere que los partidos postulen candidatos con su aprobación, no repetir las primarias donde todos los partidos concurren contra el ciudadano; no, esas no, porque sabemos que no las han respetado en oportunidades anteriores. Se requiere de candidatos que presenten su declaración jurada de bienes de forma pública, cosa esta que los actuales en funciones parlamentarias y de gobierno no han hecho; que los liderazgos se legitimen, entre otras tantas que se exigen. Pero la respuesta es la misma que el régimen les impone a los ciudadanos, no hay tiempo.

Tiempo existió para todo, pero no se hizo nada en el tiempo, así como no abrogaron o derogaron las leyes del Estado comunal y las leyes interventoras de la economía, ni promovieron leyes de participación ciudadana.

Concluyo señalando que llegaremos al final si comenzamos desde ya por el principio, por la organización social sin la mediatización partidista, para que los objetivos sean trascendentes a cumplir, la lucha no violenta sostenida, y el rompimiento de la hegemonía cultural que se impone en la sociedad, para lograr la salida, cualquiera sea la que se plantee.

No hay tiempo para seguir perdiendo tiempo. (Carlos Casanova Leal)

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