Francisco Javier Sánchez Chacón
En noviembre se realizó en Bogotá el primer Diálogo Binacional de la Convergencia Ciudadana Colombia-Venezuela, una apuesta de diversos sectores de la sociedad civil organizada de ambos países: universidades, oenegés, empresarios, líderes sociales, académicos y otros, que unen esfuerzos para debatir y presentar iniciativas con relación a la compleja crisis de Venezuela, para su resolución pacífica, democrática y constitucional, así como la reconstrucción de la relación binacional, todo lo cual debe contribuir a la paz en Colombia. Su página web ofrece más información: http://www.colombiavenezuela.com.co/
El evento estuvo dividido en cinco paneles sobre temáticas diversas y fundamentales con relación a los objetivos de la Convergencia Ciudadana: 1. Colombia – Venezuela: necesidad de reconstrucción de la relación binacional, 2. Frontera: nexos positivos y asuntos de seguridad, 3. Migraciones: situación humanitaria y derechos humanos, 4. Economía: desarrollo fronterizo y binacional, y 5. Escenarios: solución democrática de la crisis venezolana. Expongo mis consideraciones sobre las presentaciones del panel migratorio, que reflejan cómo la sociedad civil se organiza y trabaja a un nivel más solidario y sensible, más humano si se quiere.
El tema de la migración forzada de venezolanos hacia Colombia, también de colombianos retornados, la situación humanitaria de la que es reflejo y que ella es en sí misma, y los derechos humanos de los migrantes, fueron tratados bajo la conducción del profesor Hugo Ramírez, de la Universidad del Rosario, quien presentó cuatro iniciativas que atienden a quienes se encuentran en situación vulnerable, dos impulsadas por colombianos y dos por venezolanos, si bien de ellas hacen parte personas sin distingo de nacionalidad.
Una iniciativa que conmueve a todos es la que adelanta Sonia Bermúdez, desde Gente como tú, una oenegé de La Guajira. La principal labor de esta colombiana, con una fortaleza interior envidiable, es la de enterrar dignamente a los venezolanos que mueren solos, sin familiares o conocidos, en las ciudades de Riohacha y Maicao. Sonia habla de “sus muertos”, no en sentido de apropiación sino de defensa: su gran aporte es que rescata la dignidad de la persona justo cuando para la sociedad ya no vale: el cadáver que a nadie parece interesar, le importa a Sonia, quien lo reclama en el hospital o la medicatura forense mediante trámites legales, consigue la urna, lo transporta en su camioneta y lo entierra en el Cementerio de Migrantes, Gente como uno, creado por ella y sus compañeros.
En Bogotá, la Iglesia católica ha asumido la atención alimentaria de los migrantes forzados a través del Comedor Solidario, dirigido por el padre Luis Alfonso Canedo (SJ), al que acuden cada día a la hora del almuerzo, son tratados con absoluto respeto, y tienen acceso no solo a una alimentación balanceada, sino que contactan con personas que les atienden, escuchan, e incluso pueden canalizar parte de sus necesidades e inquietudes. Al sostenimiento de esta iniciativa colaboran económicamente todas las parroquias de la Diócesis de Bogotá.
Pero también venezolanos emigrados ayudan a sus connacionales y les estimulan para que logren una inserción plena en la sociedad de acogida, es el caso de Colonia de Venezolanos en Colombia (ColVenz), de la mano de Yanira González en Cali, Valle del Cauca, si bien hay sedes en ocho ciudades. En ella, los migrantes son acogidos, pueden acceder a ayuda en materia migratoria y otros trámites, también para emprendimientos, orientación psicológica, formación en inglés, entre otros, obteniendo así herramientas para enfrentar adecuadamente su nueva vida en un ambiente desconocido y que por tanto genera incertidumbre. Resalta cómo los emigrados no se conforman con salir adelante para sí mismos, sino que organizan una red para ayudar a otros: el valor de la solidaridad.
Otra experiencia expuesta en el panel es la de la Fundación Nueva Ilusión, en Los Patios, Norte de Santander, donde Vanessa Apitz y sus compañeros ofrecen atención primaria a los migrantes que apenas llegan a Colombia, la mayoría muy desorientados, y que no tienen claro cuáles son sus derechos independientemente de su estatus legal en el país. En un hogar de paso brindan, entre otros, alimentación, así como orientación en derechos humanos; ayudan especialmente a los conocidos como “los caminantes”, que son los migrantes que hacen todo su recorrido a pie desde Venezuela y a través de Colombia, hasta su lugar de destino, muchas veces incierto. Esta atención es fundamental para quienes apenas empieza un nuevo ciclo de vida lejos de su entorno natural, o para aquellos que recorren vías y caminos en la mayor vulnerabilidad.
Si bien no estuvo representada en el evento, no puedo dejar de mencionar la obra de solidaridad emblemática con los migrantes forzados venezolanos en Colombia: la Casa de Paso Divina Providencia, en el barrio La Parada de Villa del Rosario, Norte de Santander, a pocos metros del límite internacional, donde se alimentan diariamente unas 4.500 personas, con 8.000 raciones diarias, entre desayuno y almuerzo. Ver en el migrante al prójimo necesitado y digno, es la motivación de quienes trabajan en este programa de la Diócesis de Cúcuta de la Iglesia católica.
Estas formas de organización de la sociedad civil en Colombia demuestran que el país ha sido abrumadora y mayoritariamente solidario con los migrantes forzados venezolanos o colombianos retornados más vulnerables, quienes huyen de la Crisis Humanitaria Compleja inducida en Venezuela. También son expresión de cómo esa sociedad puede articularse de diversa forma, entre colombianos y venezolanos, y dar ejemplo a los distintos Gobiernos y decisores políticos de cómo en tiempos de profunda crisis y de diferencias que parecen irreconciliables, o incluso cuando hay afinidad, pero con caminos tortuosos para implementar políticas públicas, se pueden lograr consensos y beneficiar a las personas. La Convergencia Ciudadana Colombia Venezuela seguirá adelantando esfuerzos para resaltar el trabajo de la sociedad civil, también para conciliar posiciones, lograr consensos mínimos y presentar iniciativas que conduzcan a la mejor resolución de la crisis venezolana, al entendimiento entre ambas naciones y a la consolidación de la paz en Colombia.
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*Abogado. Experto en Derecho Internacional, Relaciones Internacionales y Estudios Políticos. Profesor universitario. / Twitter: @franja1