Opinión

Soñando la UNET

3 de marzo de 2023

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La Unet delebrará 49 años de historia

S.E. Luis Alfonso Márquez Molina *

Era el año 1967 en la Caracas de la época. Un compañero, a quien Dios tenga en su gloria, me hizo una invitación a casa de un profesor. Se trataba de un filósofo venezolano que una vez por semana daba charlas informales en su casa sobre temas culturales afines a la Filosofía. Por cierto, la quinta se llamaba La Mazorca. Se le recordó una vez como el filósofo de la metatécnica. Y allá él nos hacía comentarios sobre cómo debía ser una Universidad. No podía ser simplemente un “dadero de clases”.

Años más tarde mi profesor de Educación Superior en la Universidad Católica Andrés Bello soñaba con nosotros sus alumnos lo que debía ser una Universidad y el sentido social que debía mantener. El primero de esos profesores era el Dr. Ernesto Mayz Vallenilla, considerado como un gran amante de la Filosofía. Su casa se llamaba La Mazorca. El segundo era un especialista en Educación y se llamaba Lorenzo Monroy.  Los dos profesores fundaron sendas universidades: La Universidad Simón Bolívar y la Universidad Nacional Experimental del Táchira. La Simón Bolívar reparte su luz de saber desde la antigua hacienda de Sartenejas, cerca de Baruta, en la zona de Caracas.

La nuestra, la UNET, reparte su excelencia y calidad desde la antigua Hacienda de Paramillo, en la zona alta de San Cristóbal. Hace muy poco ese sueño hecho realidad cumplió 49 años. Con una inmensa alegría participé en los actos conmemorativos de ese aniversario. Y varias veces ese sueño hoy hecho realidad viene a mi memoria cuando oigo hablar de la excelencia y calidad de los egresados. Muchos de ellos están lejos de Venezuela pero ponen en alto el nombre de esta pequeña Venecia y el ánimo creador de estas montañas tachirenses. El pico más alto del Táchira, el Púlpito, con sus 3.912 metros nos recuerda a todos que el Táchira es cuna de forjadores de historia. Esa calidad y excelencia debe tener la misma calidad del granito que da dureza a nuestras montañas.

Me siento sanamente orgulloso de haber sido alumno del Profesor Lorenzo Monroy Coronel. Hacía el postgrado con una de sus hijas en Caracas y le di las gracias por la huella que dejó en mí su papá. Termino con una frase del Concilio Vaticano II, la reunión más preparada en la historia de la humanidad; el acontecimiento más importante de la Iglesia Católica en el siglo XX. Y esta frase dice así: “El porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones futuras razones para vivir y razones para esperar” (GS. 31). Eso fue Lorenzo Monroy. Nos dio a todos razones para vivir y razones para esperar. Y en el discurso de orden se nos recordó que debemos ser optimistas y no achicopalarnos ante las dificultades. Un conferencista latino con raíces japonesas lo expresa de manera elegante: “No hay nada más caro que lo gratis”.

*Obispo Auxiliar Emérito de Mérida

 

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