Eduardo Marapacuto
Ya terminó la fiesta, ahora a trabajar. Así decía Enrique Roxburath, esposo de mi tía Magdalena, cuando terminaban las fiestas patronales de mi Pueblo San Miguel. Después de la rumba del 29 de septiembre, Día de San Miguel Arcángel, Enrique decía, “tumbando y capando”, así que nos vamos para la hacienda Miraflores y ya a las cuatro de la madrugada estábamos arrancando para allá. Esa disposición de pasar de la celebración a la acción es precisamente lo que se necesita en muchos ambientes políticos y de trabajo, donde resuena la realidad actual de nuestro país.
Tras los resultados electorales del pasado domingo 25 de mayo, ese espíritu revolucionario de trabajo productivo debe cobrar un nuevo impulso en esta cruzada de relevancia impulsiva. El chavismo ha logrado una victoria contundente, obteniendo la gobernación de 23 estados y una significativa mayoría, tanto en la Asamblea Nacional como en los Consejos Legislativos. Esta victoria, sin duda, debe sentirse como una gran «rumba» política, pero ahora toca trabajar con más pasión y compromiso, la verdadera tarea comienza ahora, no en el 2031. Así que tumbando y capando, a meterse de lleno en la gestión planificada de gobierno y desarrollo del país.
Para los camaradas recién electos a nivel nacional y regional, especialmente aquellos que representarán al estado Táchira, la frase de Enrique Roxburath debe ser un faro de luz; porque es imperativo que asuman su rol con una profunda vocación de trabajo y compromiso inquebrantable. Necesario es estar bien blindado en la formación, capacitarse y entender a fondo las necesidades de las comunidades. Su labor no debe limitarse solo a ocupar un curul, sin sal y sin azúcar;sino que sean la voz genuina del Táchira, llevar sus propuestas a las instancias correspondientes y no ser «cortos de palabras», cuando se trate de defender los intereses de la región. El discurso debe ir acompañado de un conocimiento profundo y de soluciones concretas.
Es fundamental y necesario que, más allá de la exaltación por la victoria, se realice una evaluación profunda y autocrítica, especialmente en el Táchira, donde la baja participación, en relación con el resto del país, es un indicador que no debe pasarse por alto. ¿Qué factores incidieron en esta baja participación? ¿Qué se debe revisar en las estrategias, los mensajes y la conexión con el pueblo? Es necesario y urgente ese análisis, porque es vital reconectar con aquellos que no acudieron a votar y fortalecer todas las acciones de gobierno. La autocrítica constructiva es la base del crecimiento político para seguir avanzando, construyendo y transformando.
Es crucial abordar un vestigio persistente en nuestra política, como es el señalamiento o escogencia de personas que carecen de un liderazgo real y de capacidad para articular propuestas revolucionarias sólidas. Para que la victoria electoral se traduzca en progreso realmente revolucionario, es imperativo que los espacios de poder se fortalezcan en las manos del compatriota con una verdadera conexión con las bases. La política no puede seguir siendo un club cerrado; debe ser el espacio para el debate de las grandes ideas, para la formulación de proyectos sociales y de construcción colectiva. En esta nueva hora revolucionaria hay que mover las agujas del reloj para realzar la política, con sus segundos y sus minutos, y no andar improvisando ni las horas ni el tiempo. No dejemos que llegue el ocaso para actuar, ahora es ahora, diría el poeta. Es tiempo de actuar con decisión, de construir sin demora, que cada instante sea un impulso, una oportunidad no postergada, antes que el manto de la noche cubra nuestraos sueños.
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas. MSc. en Seguridad de la Nación.