Porfirio Parada
Hay un perro que juega con el sol mientras la muchedumbre transita sistemáticamente. El perro domina el tiempo y los espacios, pasan los carros cerca de él, pero no se mueve, saca la lengua y da vueltas con el tráfico caótico. Su baño de sol termina cuando reconoce a una perra cansada que llega a la plaza. Se monta un señor a la buseta, dice que viene de Michelena, habla con humildad, habla varias cosas antes de cantar, luego empieza cantar Vicente Fernández y Nacho, imita sus voces. Le dice a la gente que hay que seguir adelante, trabajar, pa lante es pa allá. Se baja sonriendo, dice que se baja por la biblioteca.
Una ola de limones hizo que te ahogaras por tu falta de libertad, 15 pisos hechos con mármol construiste, pero se derrumbaron con una sola gota de lluvia ácida por tu poca solidaridad. Hablaste por 24 horas sobre los problemas de los cochinos y a la hora 25, con ellos te emborrachaste y terminaste siendo un cochino más. Muchas computadoras para pocas calculadoras. No quisiera morir calculando la suma de todos los limones que me hicieron ahogar.
Un inasible muro nos separa entre ustedes y nosotros, se apropia de nuestras sombras y nos exilia de nuestra tierra prometida, ustedes anhelan compañía, viajes de reconciliaciones, sin boletos de vuelta, pero el muro se asoma por calles pobladas de prejuicios, nosotros queremos el Verbo que tanto hemos perdido, somos el ser antagonista que busca su redención, su libertad, su paz, ustedes buscan el abrazo eterno, la luz melodiosa, el perfecto prado mañanero, sin embargo, parecen turistas perdidos en tierras inhóspitas, vulgarmente desoladas, y nosotros queremos también lo que ustedes buscan, pero sin el muro asfixiante. ¿Cuántos siglos han de pasar para derribar este grotesco e invisible muro? Decimos entre ustedes y nosotros. Cuando un diluvio benevolente toque nuestra razón y coree en unísono la voz universal de la concordia.
Cielo azul: llamado el horizonte, cromatismo real, sensible a la luz y a la oscuridad. Cielo de reinos falsos y reales profecías, cielo irreal que produce planteamientos metafísicos y amores celestiales. Historia de siglos, relato del presente, nube descomunal sin dueño y con muchos amantes, ninfa de reyes, gran espalda de los oprimidos. El cielo castiga y abraza al hombre, aires de colores, material invisible que hace levitar el pensamiento, irrumpir lo terrenal, resignarse ante la muerte. Cielo de lluvia ácida, precipitación gris, pesada, que avasalla al incomprendido. Cicatriz ultravioleta, herida de atardeceres, fuego violento que destruye. Quema bosques, quema agua, quema mentes. Exploración ilimitada de la geografía y de su biodiversidad. Limita pueblos, inteligencia, libertad.
Cielo verde: Sangra el musgo, incoloros manglares, asesinato del arrecife de coral. Hibridación artificial, plástica fotosíntesis del negocio pragmático. Madre naturaleza mira a sus hijos, parásitos de la conciencia, con hongos en los brazos y en las ropas, reproducción desmesurada del nuevo ser inhumano. Animales condenados, árboles decapitados, y el verde grillo de la buena suerte entra a una casa blanquecina de aires acondicionados. Carencia espiritual, nirvana atrofiado. Ríos tóxicos, ríos de basura, ríos de gentes que se ríe de la persona que mató al grillo con el zapato oliente a aceite de carro. Ojos verdes por luces de neón, olvidarse del olor a madera mojada, amor verde por el logo del WhatsApp, amor solitario en el jardín de gladiolas. Sangra el musgo solitario con la sustancia gris, nosotros sangramos, pero nos olvidamos que lo hacemos.
Cielo negro: Seres idealistas de doctrinas anacrónicas buscan el sueño cíclico, negra amargura, racista con toda el alma, cielo negro que repite la misma utopía, las mismas inacciones que dice que ejecuta en la tierra. Seres desnudos, opacos, que culpan a la historia, a las ideologías, a las banderas enemigas por la cual mataron y fueron ganadores. Seres magos de la apatía, hacedores del egoísmo, individualistas sin imaginación. Seres héroes de televisión, celebridad por su forma de caminar, por decir la realidad en este mundo surreal. Dominan el escenario, sabe a quién respetar y sobre todo a quien criticar, habla el positivista, habla el pesimista, el discurso ecológico de un ecocidio. Seres que somos nosotros, en diferentes facetas, culpables de nuestras contradicciones, perfeccionistas de la hipocresía, pero poderosamente reaccionarios. Todavía no se termina la guerra y la paz, errante equilibrio. El amor supera a cualquier padecimiento. Sentimiento visceral como los amores celestiales.
Lic. Comunicación Social
Locutor de La Nación Radio