Opinión

Vaya problemita con el vuelto

6 de febrero de 2022

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Francisco Corsica

Como debemos saber, el bolívar es la unidad monetaria de nuestro país. No lo digo yo, en realidad la Constitución lo estipula en su artículo 318. Sin embargo, en los últimos años el dólar estadounidense se ha posicionado como la moneda de uso frecuente en la calle. Donde no, circula el peso colombiano o el real brasilero. A pesar de los pesares, a los venezolanos nos sobran métodos de pago en estos momentos. Supongo que hay para todos los gustos.
Menciono esta particularidad de la economía doméstica porque hace unos días presencié una circunstancia embarazosa. Fui a comprar un par de cosas en un supermercado cercano. Casi no había gente en cola. La persona que aguardaba pagar antes de mí se engrinchó cuando se enteró que no poseían cambio para su billete de diez dólares. Ya estaba facturado y con los víveres embolsados. Solamente hacía falta que la cajera le entregase el sencillo correspondiente para seguir despachando a los demás presentes.
Adivinen cómo finalizó el episodio. Una pista: pudiera considerársele el desenlace más vergonzoso posible para ambos. Salió con lo mismo con lo que entró y le dedicó un glosario entero de vulgaridades antes de irse. Perdió su tiempo cargando la cesta y tomando productos de los anaqueles. ¡No pudo comprar porque el local no fue capaz de entregarle su vuelto! Para que se hagan una idea de las desventajas de un detalle como este, él dejó de satisfacer sus necesidades y la vendedora no pudo cerrar un negocio conveniente para ella y su empleador.
Seguramente ustedes también hayan sido víctimas de momentos similares y suscriban la molestia del individuo en la caja cuando eventos así se nos presentan. Esta historia se repite en cientos de establecimientos en el país. «No tengo cambio» se ha convertido en una frase rutinaria y un problema de difícil solución. Casi no hay divisas de 1 ni de 5. Inclusive los de 10 escasean. Prácticamente vivimos con los de 20 en adelante aunque no todo en el mercado cueste tanto.
Recuerdo perfectamente que en el pasado nadie sufría por el vuelto. Ni siquiera eran previsibles los dolores de cabeza que iba a ocasionar en el futuro. Y lo mejor: eran en bolívares. Cualquiera compraba lo que sea y si pagaba más de lo consumido, recibía una devolución en dinero menor a la entregada. Solamente los niños lo pedían en forma de chucherías cuando iban a desayunar. Aún se veían moneditas por ahí con el famoso «Bolívar de Barre» en el reverso. ¡Los gratos recuerdos de nuestro gentilicio! Espero no haberlos invadido de nostalgia.
Volvamos a lo nuestro. Según los especialistas en la materia, los billetes pequeños no circulan en cantidades suficientes porque la dolarización no ha sido instaurada formalmente. Su presencia cada vez más frecuente en los bolsillos criollos y en las cuentas bancarias no implica que sea oficial. Surgió de forma espontánea dentro de la sociedad y este «remedio improvisado» a varios de los males que atravesábamos ha contribuido a la ausencia de unas denominaciones frente a otras.
La circulación de sencillo requiere resolverse cuanto antes. Afortunadamente, ya hemos sido testigos de las primeras iniciativas loables: ha comenzado el uso del dólar digital con tarjetas de débito y crédito. La banca nacional ya apertura cuentas en divisas. Ofrece la facilidad de cancelar incluso en céntimos. No sana el malestar de la falta de las bajas denominaciones como tal, pero sí de esa tediosa cacería por el vuelto. Es un pañito de agua caliente que no debería ser descartado de antemano por nadie.
Darle remiendo a esta escasez recae, principalmente, en los comerciantes y en quienes brindan un servicio. Cada uno dentro de sus posibilidades. El cliente no está obligado a llevar montos exactos si desea pagar en efectivo. Nunca lo ha sido y menos ahora. Ya habrá quien lo haga, pero no es preciso. La otra parte debe estar preparada para esta clase de circunstancias.
No debería contar como solución pedirle al cliente una adquisición mayor a la prevista para lograr montos redondos. Ha sucedido y es una falta de respeto hacia los demás. Y si no tienen cómo devolver dólares, no deberían cobrar con esa moneda. Lo que esperamos no va por esas direcciones. Reinventen su negocio en ese aspecto y hagan lo necesario para evitar incomodar a sus compradores. Nos conviene a todos.

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