Opinión

¿Vendrán de Bogotá?

20 de abril de 2018

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La oposición dispone desde hace muchos años de un gran caudal de electores que puede fácilmente incrementarse sobre la base del descontento por la situación económica, la hiperinflación y el malestar social que esto genera. A lo largo de varios lustros, la oposición fue creciendo por la vía de la larga marcha a través de las instituciones. Acumuló fuerzas y musculatura, Varios partidos lograron una estructura nacional de inserción social considerable. Maquinaria electoral lo suficientemente grande como para cubrir todas las mesas y defender los votos En conjunto, el crecimiento sostenido y el descontento social le brindan a la oposición grandes posibilidades de ganar en las presidenciales del 20 de mayo.
La incógnita no reside en si la ganaría o perdería, sino en por qué, pudiendo ganar en las votaciones, sus factores más importantes han decidido no hacerlo. La cuestión de las condiciones resulta claramente insuficiente para explicar esta decisión. Hay numerosos elementos que hacen válidos los reclamos en esa materia, pero en ninguna lógica conducen a desechar una oportunidad de ganar.
Por supuesto, hay otros medios para acceder al poder, pero las consecuencias pueden ser muy dolorosas para el país. En este sentido, hay quienes consideran que el factor determinante para acceder al poder no sería la abstención misma, sino las sanciones que algunos países se han comprometido a incrementar en las próximas semanas. Se supone que un mayor bloqueo financiero, y en otras áreas, como la del comercio internacional, crearía mayores problemas de los que ya existen a la producción petrolera, industrial y agrícola. Los efectos serían, obviamente, más dificultades para el acceso de la población a alimentos y medicinas.
Se parte de la premisa de que penurias adicionales potenciadas por las sanciones traerían como consecuencia un caos social, desórdenes callejeros y estallidos, que a su vez conducirían a un cambio de Gobierno, bien sea por medio de una insurgencia militar o una intervención extranjera, y que luego se convocaría a nuevas elecciones.
En este diseño estratégico cuadran los pasos que se han dado para establecer una institucionalidad paralela en Bogotá con los trece magistrados designados por la Asamblea Nacional. Lo importante en este caso no es el número de votos, si es mayoría simple o calificada, el hecho significativo ha sido el viraje dado por la oposición, que inicialmente reclamaba que los trece magistrados designados tenían derecho a integrarse al Tribunal Supremo de Justicia y que ahora pasa a considerarlos como si se tratase de un poder público.
Un viraje riesgoso, que lleva en su seno la amenaza de un Ejecutivo paralelo, quizás encabezado por Omar Barboza, en su condición de presidente de la Asamblea Nacional. Un camino temerario hacia el poder que requeriría del uso de contingentes armados. ¿Vendrán también de Bogotá, o el asunto permanecerá como un simple gesto simbólico? (Leopoldo Puchi)

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