Opinión

Venezuela: ¿El gran escape?

23 de julio de 2021

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Alfredo Monsalve


Estas opiniones que voy a emitir en este artículo, no tiene nada que ver con alguno que otro film con el país invasor. Es decir, la nación que la cúpula roja venezolana denomina los “gringos”. (Vean su historia, me refiero a la de los EE UU, no la de Venezuela, porque ya la conocemos. Al Menos quien esto escribe). Bueno, sin salirnos del tema. A ver. En los últimos años, en nuestra querida y amada Patria, se han registrado acontecimientos que muy bien vale la pena comentar. Y si es posible abrir un debate sobre los hechos que muchos conocemos y han ocurrido “frente a nuestras narices”, como mentaba mi abuela Candelaria “Afro descendiente”  González. Casos hay que, por lo ruin, hemos perdido la capacidad de asombro. Miren. O mejor dicho, lean ustedes amigos lectores. Recientemente hubo (según información extraoficial), más de 30 fallecidos en los diferentes encuentros (tipo Oeste, precisamente norteamericano), en la llamada “Cota 905” allá en la lejana Capital de nuestra Venezuela. Otrora “Capital del Cielo”. Hoy, al parecer, y con tantos hechos violentos, deberíamos llamarla “Capital del infierno”. Y que Dios nos agarre confesados. Porque para escuchar tantas ráfagas de plomo o metralletas, cantidad de personas inocentes que murieron en los enfrentamientos, no es fácil de digerir. Es tan duro el “golpe” que sufrieron decenas o centenares de familias, que a parte del encierro obligatorio por la bestial pandemia, tuvieron que, algunos dormir en el suelo y otros, para estar más seguro, emigrar a otros lares.

Epa, y eso está sucediendo desde hace buen rato, creo que desde unos dos o tres años. Es decir, desde que el régimen declaró la Cota 905, “Zona de Paz”. Vaya usted a saber por qué le bautizaron así. Me comentaba una amiga, caraqueña como este servidor, que el tal “Bautizo” lo hicieron para mantener ocupados a los miembros de las bandas que operan u operaban. No sé. Y como decía mi padre Andrés: “A mí que me registren”. Bueno, además de “satisfacer” o “ complacer” a los individuos con la susodicha  “Zona de Paz”, tener a las familias de ese sector, felices y contentos. Pero, la gran torta que puso el régimen, fue dejar que se apoderaran e hicieran de las suyas las bandas armadas hasta los dientes (al estilo gringo). Es decir, como no había quien les pusiera coto a la vaina, las bandas siguieron creciendo como los costos de los productos alimentarios. En otras palabras, las bandas, se apoderaron del espacio hasta el día en que el régimen decidió poner coto (como en cualquier país civilizado), a los que quebrantaban el orden público. Veíamos en las redes sociales que cada vez que iba una comisión de funcionarios, estos tenían que regresar a sus respectivos comandos porque eran “ordenes de arriba”. Las redes se hicieron virales con estos acontecimientos. Pero algo, no salió bien a estas “organizaciones” y convulsionó su centro de operaciones. Plomo parejo fue la consigna. Incluso, es tan arrecha la cosa, que hasta el mismísimo maduro “fue amenazado” por uno de los líderes de la banda. Allí están las imágenes y comentarios. A mí no me crean. Yo no estaba allí.

Ahora, volviendo al título de esta “película”. ¿Dónde está el líder supremo de la banda? ¿Cómo escapó del cerco de más de mil hombres también armados hasta las uñas? ¿No se supone que estaba en la cima del cerro donde al parecer tenía su comando? ¿Por dónde salió si en la base de la pirámide estaba abarrotada de funcionarios (GN, Ejército, CICPC, DGCIM; FAES, etc. Etc.)? ¿Se fue en un helicóptero que lo buscaría antes de que le quemaran su “garita”? ¿Por qué, después de los encontronazos, algunos “líderes de calle”, declararon situaciones irregulares? ¿El escenario súper publicitado de esos días, se le escapó de las manos al régimen? ¿Quién triunfó y quién perdió? Estas y muchas más interrogantes quedan en suspenso. Y lo más asombroso fueron los pasquines (al estilo Oeste americano) que lanzaban desde helicópteros ofreciendo recompensa por los hombres que se dieron a la fuga. Alborotando el avispero como quien dice pues. Porque 50 mil dólares a quien informara el paradero de cada solicitado no es una migaja. Señores, creo que, aunque con los malos momentos que experimentaron los vecinos de esa comunidad no se juega, el título de este artículo de opinión pudiera servir para un film venezolano. Y concluyo, al parecer eso no solo ocurrió en la Cota 905. Así es que amigos míos, y como están las cosas, además lo que dice el refranero popular: “a ponerse las alpargatas porque lo que viene es joropo”. Se abre el debate en santa paz.

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@monsalvel

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