Opinión

Venezuela para creer

12 de febrero de 2019

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Tal vez con el manual del que se nutrieron Stalin, Franco y Mussolini en los años 40, Nicolas Maduro y Diosdado Cabello, practican una tiranía que asoma surgida del túnel del tiempo. Hugo Chávez, haciendo valer la herencia de adecos y copellanos, se adjudicó un apoyo popular genuino, para darle el puntapié inicial al concepto que traía en mente. Empezar por instalar el Politburó Venezolano ; una Asamblea Constituyente – único cuerpo parlamentario, legislativo y corporativo de mayoría propia inalterable, en detrimento de toda la institución democrática. El hombre no se anduvo con chiquitas, acabó con todo en un santiamén. Simultáneamente instaló a dedo una corte suprema de justicia integrada por magistrados subyugados a tal punto, que acataban las órdenes que Chávez encausaba e impartía por cadenas nacionales, incluyendo veredictos precisos, que eran aplicados a rajatabla. Vale decir que los gobiernos de Correa en Ecuador, Morales en Bolivia, Lula en Brasil, y los Kirchner en Argentina imprimieron en el paisaje geopolítico regional el tinte más pintoresco y servicial que Chávez pudiera capturar. Así avanzó con la Ley de Tierras cuya finalidad explícita y a todas luces encarnaba la expropiación de los bienes privados de los venezolanos. Dicho designio – y aunque usted no lo crea -acabó por practicarse en cadenas nacionales, encontrando al líder vociferando la ordenanza ante las cámaras : – ¡ exprópiese ¡ Acto seguido, sus adeptos ocupaban tierras, fábricas y hasta shoppings en la capital venezolana. Y así Chávez fue desmantelando el país, complementando la apetencia con la torpeza de asumir que de buenas a primeras, el pueblo estaba profesionalmente capacitado para reemplazar al empresariado que regía en el aparato productivo e industrial que incluía companías como Pdvsa y Sidor…  Cuando Iosif Stalin miraba al espejo, desconfiaba de la imagen que veía. Característica distintiva del tirano que, consecuentemente lo indujo a ordenar la muerte de “ adversarios políticos “, que a río revuelto y en muchos casos no eran tales.

Hugo Chávez contrajo el síndrome, lo que derivó en una rotación frenética de funcionarios gubernamentales ineptos, incapacitados y de exigua permanencia. Considerando que los hombres de Chávez eran mayoritariamente militares, esta situación hizo que “ los cargos de Generales los terminara ocupando un cabo “ .  Asegurado por Diosdado Cabello, un forajido sanguinario, surgido de la más perversa crueldad chavista, conductor de la represión y de grupos de choques en los que a los muertos sólo los pone la oposición, Maduro da rienda suelta a su llaneza aturdida. Ex Canciller de Chávez, y explícitamente recomendado por éste para sucederlo en el poder, no es un ex militar sino un conductor de autobús devenido en Presidente. Con la avenencia y solicitud de Maduro, Diosdado Cabello nunca vacila en avivar a las milicias, a grupos paramilitares y a quienes bajo motes como Partido Socialista, Revolución Bolivariana y Polo patriótico, se desplazan en motonetas por barrios y urbanizaciones disparando plomo a quemarropa a quienes ellos interpretan como opositor a Maduro. La notoria ineptitud de este Presidente para ejercer el cargo empujó a Venezuela a una suerte de anarquía en caída libre desde el vamos. Para la correcta interpretación y medida del robo generalizado que practica el estado venezolano  y la usufructuación de las riquezas del país para iguales fines, bastan las reiteradas imágenes que registra la prensa mundial, en la que se ve tanta gente hurgando en los basurales en busca de algo comestible. A pesar del esmero de expertos y analistas, la economía jamás resultó dilucidada ni comprendida, porque simplemente, jamás existió un plan que excediera al robo y el sustento del aparato chavista. Sólo ideas ocasionales, hallazgos súbitos, y consejos fugaces que invariablemente caen en saco roto, por su calidad de improvisación frívola e insustancial. Millones de libros y libras, un milímetro de segundo, me habla un pajarito, Cristo multiplicó penes, Ministerio de la Felicidad Social, y otros ya célebres enunciados que han recorrido el mundo instalando el hazme reir, pintan de cuerpo entero a este dictador absoluto, que aún se llena la boca con términos como amor y paz, y cuya aún difusa destitución, dejará un país literalmente arrasado, cuya reposición será desde el génesis y demandará una faena histórica y colosal…  Aunque muy reprochable por tardía, al tratarse de una verdadera vergüenza humanitaria cuyo contenido desplaza aparatosamente conceptos como “ soberanía “ y demás yerbas, bienvenida sea la injerencia internacional y principalmente regional en esta Venezuela tan sumida en la orfandad, cuyos habitantes más despojados y sin poder pagar un ticket de autobús, se ven obligados a salir de su país emprendiendo una travesía a pie hacia sus fronteras, por falta de absolutamente todo lo más básico para vivir un día.  

Daniel Teleson

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