Eduardo Marapacuto
Las evidencias están allí, donde hay todo un prontuario de agresión permanente y sistemática de los Estados Unidos contra Venezuela. No son acciones de puro concepto, son agresiones directas que causan dolor y sufrimiento a un pueblo, a millones de venezolanos y venezolanas que con impotencia tienen que soportar la irracionalidad del sistema norteamericano. Hablamos de sistema, porque son los gobiernos norteamericanos, ya sean los democratas o Repúblicanos, que desde siempre y fundamentalmente desde el 2014, cuando han arreciado su politica de terrorismo contra la Patria venezolana.
De allí que es fundamental abordar esta problemática desde la perspectiva de la soberanía de la Nación, donde el respeto de los derechos humanos de todos los hijos e hijas de esta Patria es sagrado y ningún país del mundo tiene derecho a secuestrarlos y torturarlos. Aunque las tensiones políticas, económicas y sociales siempre han estado presentes en la relación, son evidentes y sistemáticas las agresiones por parte de Estados Unidos contra Venezuela, donde las amenazas y otros tipos de violencia forman parte del menú de agresiones contra nuestra Patria.
Uno de los principales mecanismos de agresión utilizados por Estados Unidos contra Venezuela han sido las llamadas sanciones (agresiones) económicas. Desde siempre y fundamentalmente desde el 2014, tipo casino, los gobiernos estadounidenses han impuesto rondas de sanciones (agresiones) dirigidas al Estado venezolano, a funcionarios del gobierno, así como a varias instituciones, fundamentalmente a la industria petrolera, que viene siendo la columna vertebral de la economía del país. La no renovación de licencia a la empresa Chevron para seguir operando en Venezuela y el cobro de 25% de aranceles a los países que compren petróleo a nuestro país, es parte de la escalada de agresión que los Estados Unidos aplican a Venezuela.
Las agresiones han llevado a una drástica reducción de la producción y exportación de petróleo, lo que ha exacerbado la crisis económica en Venezuela. Según estimaciones, la producción de petróleo cayó de 2,5 millones de barriles por día en 2015 a menos de 500,000 barriles en 2020. Gracias a los esfuerzos y a la capacidad de resistencia como Estado y como pueblo, esa producción se ha aumentado en este 2025, pero recordamos que la hiperinflación, la escasez de bienes básicos y un colapso del sistema de salud, causaron dolor y sufrimiento desde el 2014 hasta el 2020. Llevarnos a esos terrenos de hambre, miseria y sufrimiento, es lo que pretende el nuevo gobierno norteamericano.
Además de las agresiones económicas, Estados Unidos ha utilizado una retórica amenazante y hostil hacia Venezuela, donde sus funcionarios han hecho declaraciones abiertas de que a juro, a sangre, terror y muerte hay que aniquilar el Estado, derrocar al gobierno e instalar un sistema fascista en Venezuela. Esa es la verdad, la administración Trump-1, por ejemplo, llegó a considerar opciones militares en su estrategia hacia el país; ahora la administración Trump-2 da muestras peligrosas en ese sentido de desestabilizar al gobierno legítimo de Nicolás Maduro.
Entonces mis estimadas y estimados lectores, la actual situación en Venezuela no puede ser entendida sin considerar el impacto significativo que las políticas y agresiones estadounidenses tienen sobre la dinámica diaria de los venezolanos y venezolanas. Las sanciones (agresiones) económicas, las amenazas diplomáticas y las intervenciones indirectas son elementos que evidencian una agresión sistemática hacia el país. Pero como dijo nuestro presidente Nicolás: “Las sanciones de ayer las derrotamos, las que vengan también las derrotaremos”.
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas. MSc. en Seguridad de la Nación.