Francisco Corsica
Viva Las Vegas es una popular canción de Elvis Presley que sirvió como tema principal para una película titulada del mismo modo. Presenta al oyente ese vibrante estilo que conlleva visitar la «Capital del Entretenimiento Mundial». Caracterizada por lujosos hoteles, gigantescos centros comerciales y, sobre todo, abundantes casinos, no hay manera de aburrirse en aquella placentera ciudad. Por algo la llaman así.
La referencia al Rey del Rock no viene a colación por casualidad. Hace poco se divulgó que fueron autorizadas nuevamente las operaciones de varios casinos en nuestro país. Transcurridos casi diez años del cierre de todos aquellos que existían, alrededor de una treintena estarán abriendo sus puertas al público a lo largo y ancho del suelo nacional.
Ya se ha vuelto una costumbre típicamente venezolana que cualquier noticia de esta índole despierta revuelo en las redes sociales. A favor y en contra, por supuesto. Basta indagar un poco en cualquiera de ellas cinco minutos para darse cuenta que el silencio no se ha hecho presente. ¡Válgame! ¡Qué difícil es complacer a todos! Antes estaban molestos por la falta de casinos y ahora les molesta que algunos estén abriendo. ¿Quién los entiende?
Quienes difieren con la medida me hacen recordar la negativa del Gral. Pérez Jiménez por abrir uno en el Hotel Humboldt de Caracas, durante los años cincuenta del siglo pasado. En realidad, el teleférico capitalino se construyó con fines turísticos y militares. Tomemos en cuenta que un punto tan alto como ese tiene una vista perfecta de la gran ciudad y de la costa al mismo tiempo. A su juicio, colocarlo ahí no era idóneo por razones estratégicas.
Por lo tanto, la primera crítica del ex presidente —y compartida por los detractores de la medida— es que estos locales se prestan para muchas ilegalidades. En los casinos ocurren muchas actividades lícitas e ilícitas. Eso es correcto. Aunque esto no parecía un problema mientras existieron hace más de dos lustros. Si algún casino se vuelve sede de alguna irregularidad, corresponderá a las autoridades pertinentes actuar sobre el caso específico.
También se ha dicho que debería priorizarse la reparación de los servicios públicos. Ciertamente, existen muchos problemas que deben ser atendidos y resueltos cuanto antes. ¿Cómo no pedirlo si los vivimos a diario? Agobian bastante. Los que alegan esto tienen razón en su insistencia. Requerimos servicios con excelente calidad. Pero les aseguro que este tipo de rechazos en nada contribuyen a mejorar nuestra situación. Todo lo contrario, más bien ayudan a su permanencia y agravamiento con el tiempo. Crecimiento económico y mejoras en la calidad de los servicios básicos van juntos de la mano.
Finalmente se alega su carácter excluyente. Imagino que habrá de todo tipo y para todos los gustos. Es lo más sensato. Después de todo, surgen para captar clientes que jueguen y apuesten en sus instalaciones, no para repelerlos. Hacerlos exclusivos puede entorpecer este propósito. Pero desconozco cómo operarán y qué tipo de personas los frecuentarán. Será cuestión de tiempo para saber.
Esos son, a grandes rasgos, los «contras» que muchos le observan. Por otra parte, cabe destacarse que rinden cuantiosos tributos al Estado, dentro de sus instalaciones se mueve mucho dinero, la fortuna puede acompañar en los juegos y las apuestas a muchos de sus visitantes y pueden ser una importante fuente de empleos bien remunerados. No veo motivos para cuestionar la apertura de este tipo de locales.
Lo escribí una vez e insisto en eso: dejemos la polémica innecesaria y apostemos juntos a la inversión en la economía doméstica, la calidad de vida y el desarrollo nacional. Yo creo que debemos darle una oportunidad a estas iniciativas aunque a muchos les parezcan insuficientes, sectarias o incompletas. Cualquier esfuerzo, por más pequeño que sea, ayudará bastante. Realmente las necesitamos.
Estas líneas no fueron pensadas para promover la creación de una ciudad como Las Vegas o algo por el estilo. Solamente valoro la iniciativa de generar ganancias, empleos y nuevos locales para el entretenimiento. Nada más. Queda demasiado por resolver y este puede ser un pequeño paso en un gran eslabón de asuntos pendientes. Los otros países del mundo tienen casinos y muchos de ellos son reconocidos a nivel mundial ¿Por qué razón Venezuela no puede tenerlos? Honestamente no entiendo. Lamento que haya quienes apuesten al fracaso individual y colectivo.