Opinión

¡Y cuando diga, ya no hay más elecciones!

5 de febrero de 2022

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Carlos Casanova Leal


 
Pues no se convocarán más elecciones, aun cuando lo diga la Constitución, y no se realizarán por las mismas razones por las que la oposición no pudo imponer el revocatorio, no tiene fuerza orgánica para imponerlas, y no tiene fuerza orgánica para reclamar en la calle la realización de elecciones presidenciales.
Aquí el punto de discusión no es si se está o no de acuerdo con elecciones presidenciales, el punto es que sin organización de base la oposición no logrará nada, ni siquiera que el gobierno retroceda en alguna ley.
Pero el drama va más allá, sirve para entender lo mal que estamos, si Maduro anuncia que no se convocarán elecciones, fin del Estado Comunal, la oposición partidista que se organiza solo para elecciones se quedará sin propósito claro de qué hacer ahora.
Lo hemos advertido, sin organización de base no es posible alimentar ninguna fórmula de salida a la crisis ni del régimen. A los partidos solo les interesa la afiliación a sus estructuras, lo que impidió de forma definitiva que se pudiera avanzar en la conformación de estructuras de base democráticas, para ser los agentes movilizadores de una política de presión que pudiera ser sostenida en el tiempo.
Los espacios que dijeron era fundamentales conservar en cada elección, sea parlamento nacional, regional o municipal, o los cargos de gobernadores y alcaldes que ocuparon, terminando siendo testigos mudos de cómo se centralizaron las administraciones regionales y municipales, se centralizaron sin luchar y organizar la defensa de la descentralización, o cómo los diputados nacionales y regionales fueron testigos que, con su silencio, concitaron la pérdida de la competencia del control político que se ejerce desde el parlamento nacional y regional, al ya ni siquiera aprobar las leyes de presupuesto y, con ello, no saber qué hace el gobierno con el dinero, ni saber cuáles son sus proyectos.
Dicho de otra forma, desde los espacios que decían eran necesarios ocupar entregaron con su silencio al propósito de la implantación revolucionaria, parlamentos que no controlan, traducido en opositores que no reclaman.
Estupefacto quedé cuando escuché a unos dirigentes nacionales expresar que los partidos que se quedaron sin tarjeta no se pronunciaron por el revocatorio en razón de que estaban negociando que se las devolvieran, y hoy siguen sin tarjetas y sin revocatorio; los que tienen tarjetas expresaron que es preferible prepararnos para el 2024, y ya Maduro respondió que aún no sabe si las convocará para el 2026, y desde ya, los que tienen y los que no tienen tarjeta estaban pensando en sus candidatos para las presidenciales.
Es precisamente por estas cosas que, constituyendo una inmensa mayoría, los ciudadanos que no compartimos y estamos contra el régimen no podemos frenar la implantación de la revolución por la que nadie votó.
Esta falta de organización estructural como consecuencia del monopolio de las decisiones de los partidos es lo que frena definitivamente que la mayoría esté organizada, y sin organización no somos nadie, no constituimos amenaza creíble frente al gobierno y no podremos imponerle nada.
En el llamado Estado Comunal no existen elecciones, el parlamento comunal no se elige, no controla al gobierno, en la Ley la única organización social de base es el consejo comunal, y las que se puedan crear por ordenanzas, cuando se tenía mayoría en las cámaras municipales no creyeron que llegaríamos a esto y sobre ello no se legisló y ya por ordenanza no existe otra posibilidad que el consejo comunal.
Esos concejos comunales no se eligen por votación directa y secreta, pero están definidos para la construcción de la sociedad socialista, razón por la cual el que se encarga de hacer la lista del gas y del CLAP es el mismo que dará constancias de residencia y será el juez comunal el jefe de cuadra.
Así lo hemos permitido, por no tener y contar con una organización de base.
La historia de cómo siendo mayoría nos arropan, es la historia de la oposición partidista y con ella los nombres de quienes han estado ahí y no evitaron lo que terminaría por suceder.
Ahora esperan por el Papa.
La resignación es producto de la desesperanza por falta de asertividad en la conducción de la política.
Dios nos bendice.
 

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