“Para mí, celebrar los 25 años de ordenación sacerdotal significa renovar mi fidelidad al que me ha llamado, nuestro señor Jesucristo. Él es quien me ha llamado, y me ha dado esta gracia de participar de su sacerdocio. En ocasión de estos 25 años, es propicio para renovar mi promesa sacerdotal, para renovar mi fidelidad hacia el Señor, mi fidelidad a la Iglesia, y mi compromiso al pueblo de Dios al que debo servir”, responde el sacerdote Victoriano Rodríguez Cegarra, hombre que entregó su vida a la religión católica, oriundo de La Fortuna, parroquia La Florida, municipio Cárdenas, y actual párroco de la iglesia Nuestra Señora de Coromoto, en San Cristóbal.
Su formación académica nacional e internacional, lo acompañan en su trayectoria con diferentes títulos y reconocimientos de aprendizajes, pero su título principal es ser sacerdote.
Este martes, 21 de marzo, el presbítero Rodríguez arribó a un año más desde el momento en que fue ordenado como sacerdote en el año 1998, en la parroquia Inmaculada Concepción de La Florida, donde presidió como párroco desde el año 2002 hasta el 2004.
En conmemoración a su aniversario 25, hubo celebración eucarística en la iglesia Nuestra Señora de Coromoto. También en la parroquia Inmaculada Concepción de La Florida habrá la misa aniversario, el 26 de marzo.
El padre Victoriano Rodríguez relata sus vivencias durante estos 25 años de sacerdocio.
— ¿Cómo surge su inquietud por ser sacerdote?
— Mi inquietud por el sacerdocio, mejor dicho, el llamado vocacional, fue surgiendo desde muy pequeño. Cuando estuve estudiando la primaria, tuve la valiosa oportunidad de poder apreciar el trabajo que sacerdotes y seminaristas iban realizando en mi comunidad, y eso fue despertando en mí ese deseo. Y de manera muy especial cuando se celebró la ordenación sacerdotal del padre Duglas Escalante, en La Florida, en ese momento pues yo me dije, si hay unos que pueden servir al Señor, si ellos están dispuestos a servirles, por qué yo no servirle al Señor también en el sacerdocio.
— ¿Cómo fue el proceso para decidir ser sacerdote?
— Yo creo que fue una respuesta que no se dio de un momento a otro, sino que se fue madurando poco a poco, al sentir el apoyo de mi familia y su participación constante en la eucaristía, en el rezo del rosario en familia, en esa fe de familia que fue creciendo, fue terminando este deseo de responderle al Señor en la vocación sacerdotal.
— ¿Qué recuerda del día de la ordenación sacerdotal?
— Ese día, hace 25 años, lo viví con mucha esperanza, con gran alegría, la alegría de los hijos de Dios, la alegría de sentirme llamado por el Señor, al confiar en mí este gran ministerio del sacerdocio, al experimentar la alegría de mi familia, de mi pueblo, la alegría de la Iglesia, pues eso me contagió para que viviera con una inmensa alegría. Y también debo decir que lo viví con cierto temor, porque es decirle sí al Señor para siempre y por eso había siempre ese temor: ¿Realmente le podré servir al Señor toda mi vida? ¿Estaré dispuesto a desgastarme por el Señor?, ¿a ser fiel?, ¿a confiar verdaderamente en el Señor? Pues eso siempre estaba allí presente. En ese momento, la ordenación sacerdotal, son muchas las cosas que pasan por la mente de uno, el querer hacer las cosas bien, el querer servir al Señor, no defraudarle, y de verdad pues todo eso lo puse allí en manos de Dios, y el Señor me ha dado la gracia de serle fiel durante todo este tiempo, de permanecer junto a él, de seguirle sirviendo al pueblo de Dios.
— ¿Por qué sigue como sacerdote 25 años después?
— Porque lo soy para siempre, en esta vida terrenal y para la eternidad, es un sí que se pronuncia no por unos años, no por un instante sino para siempre, y con la gracia de Dios seguiré allí sirviendo al Señor donde Él me coloque. Lo más grande que he recibido en esta vida, han sido los regalos inmensos de Dios, el ser sacerdote es un regalo inmenso y maravilloso que, pues no lo merezco, es un llamado, es un don, Él me lo confió, y Él me ha dado la gracia de llevarlo adelante por siempre, y lo llevaré adelante por siempre contando por supuesto con esa gracia del Señor, porque somos humanos, somos frágiles, tropezamos, nos caemos, pero Él va dando la gracia necesaria.
— Durante estos 25 años, ¿cómo ha evolucionado su manera de vivir el sacerdocio?
— A medida que van pasando los años en este ministerio sacerdotal se va viviendo el sacerdocio, diría, no sé, con mayor convicción, con esa gracia de Dios nuestro señor, no quiere decir que al principio no lo viva bien, por supuesto que sí, pero uno va agarrando esa experiencia, uno se va contagiando más de la palabra de Dios, de la necesidad del pueblo, del entusiasmo, del amor que tiene el pueblo de Dios por el sacerdocio.
El sacerdocio no es una profesión, sino que es una vocación, un servicio, es estar las 24 horas del día sirviendo a Dios, y por eso la experiencia de cada día, va ayudando a profundizar la vivencia de ese gran ministerio sacerdotal.
Servir a la Iglesia
— Un pasaje bíblico especial para usted
— Juan, capítulo 15: Él nos ha elegido, nos ha llamado, y ya no nos llama siervos, nos llama amigos, y el amigo es aquel que da la vida por los hermanos. Jesús ha dado la vida por nosotros, nos llama amigos y en ese sentido de la amistad nos llama a servir en el sacerdocio. Ese pasaje bíblico me ha motivado a seguir dando la vida por ese amigo y por los amigos de Jesús, que son nuestros hermanos.
— Un personaje que lo inspire
— Agradezco el testimonio de vida de monseñor Marco Tulio, con él me forme en el seminario. Al igual que monseñor Mario Moronta, con él que he vivido todo este año de ministerio sacerdotal, su testimonio de vida, su ejemplo, su dedicación, su fidelidad al sacerdocio, por supuesto que me anima muchísimo. No queda atrás la figura de su santidad san Juan Pablo II, me formé bajo su pontificado y con el que pude estar bastante cerca, saludarle, y ver ese testimonio de vida, que hasta su último momento fue fiel a la misión que Dios le había confiado.
— Un mensaje para quien se pregunta por su vocación
— En medio de esta celebración quiero motivar y animar a los seminaristas en primer lugar, para que sigan respondiendo al llamado de Dios. También a tantos niños y jóvenes, que, si sienten la inquietud, el llamado de Dios a servirle en el sacerdocio, no tengan miedo de decirle sí. Dios llama y Dios lo da todo.
“Cuento con la gracia de Dios para seguir siendo sacerdote por siempre”, finaliza el presbítero Victoriano Rodríguez. (Janny Dávila/Pasante UBA)